11/09/2017, 22:00
(Última modificación: 11/09/2017, 22:08 por Uchiha Akame.)
En cuanto supo la verdad, a Datsue le vino de repente un chute de vitalidad que ni la mejor píldora de soldado del mundo hubiera conseguido. Akame no se contuvo y manifestó su desagrado con la ya característica actitud de su compañero de clan de querer evadir toda responsabilidad, llevándose una mano al rostro y resoplando con pesadez.
«Ah, Datsue-kun, ¿algún día aprenderás?»
Al jovencito Uchiha no le iba a quedar más remedio. Ahora era jinchuuriki de Uzushio, y por consiguiente una de las personas más importantes de la Aldea. Pese a sus palabras conciliadoras, Akame dudaba mucho que Zoku fuese a permitirle seguir con sus habituales pillerías y su escaso —por no decir inexistente— sentido del deber.
Sea como fuere, Zoku siguió hablando sobre lo que había ocurrido tres días atrás. Akame, ya más recuperado, se incorporó con dificultad en su cama para poder prestar mayor atención al Uzukage. Lo que escuchó no le tranquilizó en absoluto. «¿Un bijuu que devora sueños y mata a sus huéspedes mientras duermen? ¡Genial, claro! Por todos los dioses, qué demonios nos ha hecho est...»
Akame acalló sus pensamientos de repente cuando escuchó las palabras del Uzumaki. Se quedó en silencio, totalmente anonadado. No realmente por el hecho de que aquel tipo había sacrificado a su propio hijo por la Aldea, sino porque creyó ver —durante un momento— un destello de tristeza en aquellos ojos grises. Luego se dio cuenta de que Zoku sólo estaba frunciendo el ceño. «Supongo que no te queda mucha humanidad dentro cuando llegas tan lejos en el Camino del Ninja...»
Cuando el Uzukage terminó de hablar, Akame tragó saliva con dificultad.
—Eso significa que el bijuu... El Ichibi, todavía intentará matarnos mientras dormimos. ¿Cierto? —el Uchiha esperó de todo corazón que no lo fuese—. Y... ¿Qué es ese poder que otorgan los bijuu, del que usted habla?
Pese a las dudas, en los ojos del muchacho se podía ver un destello de codicia. De hambre.
«Ah, Datsue-kun, ¿algún día aprenderás?»
Al jovencito Uchiha no le iba a quedar más remedio. Ahora era jinchuuriki de Uzushio, y por consiguiente una de las personas más importantes de la Aldea. Pese a sus palabras conciliadoras, Akame dudaba mucho que Zoku fuese a permitirle seguir con sus habituales pillerías y su escaso —por no decir inexistente— sentido del deber.
Sea como fuere, Zoku siguió hablando sobre lo que había ocurrido tres días atrás. Akame, ya más recuperado, se incorporó con dificultad en su cama para poder prestar mayor atención al Uzukage. Lo que escuchó no le tranquilizó en absoluto. «¿Un bijuu que devora sueños y mata a sus huéspedes mientras duermen? ¡Genial, claro! Por todos los dioses, qué demonios nos ha hecho est...»
Akame acalló sus pensamientos de repente cuando escuchó las palabras del Uzumaki. Se quedó en silencio, totalmente anonadado. No realmente por el hecho de que aquel tipo había sacrificado a su propio hijo por la Aldea, sino porque creyó ver —durante un momento— un destello de tristeza en aquellos ojos grises. Luego se dio cuenta de que Zoku sólo estaba frunciendo el ceño. «Supongo que no te queda mucha humanidad dentro cuando llegas tan lejos en el Camino del Ninja...»
Cuando el Uzukage terminó de hablar, Akame tragó saliva con dificultad.
—Eso significa que el bijuu... El Ichibi, todavía intentará matarnos mientras dormimos. ¿Cierto? —el Uchiha esperó de todo corazón que no lo fuese—. Y... ¿Qué es ese poder que otorgan los bijuu, del que usted habla?
Pese a las dudas, en los ojos del muchacho se podía ver un destello de codicia. De hambre.