12/09/2017, 13:32
De repente, Shanise se inclinó sobre ella. Ayame se encogió ligeramente sobre sí misma, temerosa, pero entonces se vio envuelta en un cálido abrazo. Y aquel gesto terminó de desbordar sus lágrimas. Sin embargo...
—Ha escapado, Ayame —respondió la jonin, y el corazón de Ayame se congeló durante un instante.
«¿Ha... escapado?» Pensó, y se estremeció de terror al comprender el significado que encerraban aquellas tres simples palabras: Volverían a por ella.
—Pero has conseguido defenderte de él, como te dije. Buen trabajo —continuó hablando—. Y ahora, por favor... Calma... Calma.
En aquel momento se olvidó por completo de la distancia que existía entre una simple genin como ella y la mano derecha de la Arashikage. Aterrada como estaba, se abrazó como una niña pequeña a la jonin. Sin embargo, con un último apretujón, la mujer se separó. Algo dentro de Ayame, seguramente la niña pequeña, aulló, implorando que no la dejara sola, pero ni un solo gemido brotó de su garganta rota.
Shanise se volvió entonces hacia Mogura para responder a la pregunta que había formulado anteriormente. Sin embargo, en la mente de la aterrorizada Ayame, sus palabras se mezclaban con las de Marun.
—Un miembro de los Kajitsu Hōzuki.
—Son un grupo de renegados infiltrados en la aldea, supremacistas del clan. Seguro que os encontráis a algún grupo así a lo largo de vuestra vida. No son extraños. Los ha habido de todos ellos: los Uchiha, los Hōzuki, los Hyuuga...
—Llevan detrás de Ayame desde que era una niña. De algún modo, se enteraron de que era la jinchuuriki. Y claro, ellos no podían soportar la idea de que un Hōzuki fuese el jinchuuriki y no estuviese de su parte.
—Yui es Hōzuki. Yo misma soy Hōzuki. Pero esos idiotas no se conforman. Porque no compartimos la misma visión que ellos.
«Un simple chunin, derrotando a las precauciones de una consejera paranoica que no puede jamás dejar de vestir ese respirador por si la envenenan... Yui se cree muy fuerte, pero es una blanda...»
—Para ellos, los miembros de nuestro clan son mejores que los demás shinobi. Y probablemente lo que harían con el bijuu sería convertir eso en un status de dominancia: ocupar la aldea, y someter a los demás ninja bajo su mandato.
«Esta es la fuerza que los Kajitsu podemos darte... Ven con nosotros, Ayame. Te entrenaremos. Dejarás de ser una debilucha.»
Ayame sacudió la cabeza enérgicamente, tratando de sacarse la envenenada voz de Marun de su cabeza. ¿Qué era aquello? ¿Por qué la afectaba de aquella manera? ¿Qué eran aquellas...?
—Ha escapado, Ayame —respondió la jonin, y el corazón de Ayame se congeló durante un instante.
«¿Ha... escapado?» Pensó, y se estremeció de terror al comprender el significado que encerraban aquellas tres simples palabras: Volverían a por ella.
—Pero has conseguido defenderte de él, como te dije. Buen trabajo —continuó hablando—. Y ahora, por favor... Calma... Calma.
En aquel momento se olvidó por completo de la distancia que existía entre una simple genin como ella y la mano derecha de la Arashikage. Aterrada como estaba, se abrazó como una niña pequeña a la jonin. Sin embargo, con un último apretujón, la mujer se separó. Algo dentro de Ayame, seguramente la niña pequeña, aulló, implorando que no la dejara sola, pero ni un solo gemido brotó de su garganta rota.
Shanise se volvió entonces hacia Mogura para responder a la pregunta que había formulado anteriormente. Sin embargo, en la mente de la aterrorizada Ayame, sus palabras se mezclaban con las de Marun.
—Un miembro de los Kajitsu Hōzuki.
«Te he capturado, yo solito.»
—Son un grupo de renegados infiltrados en la aldea, supremacistas del clan. Seguro que os encontráis a algún grupo así a lo largo de vuestra vida. No son extraños. Los ha habido de todos ellos: los Uchiha, los Hōzuki, los Hyuuga...
«Mírate, Ayame-san. Estás atada. ¡Eres el agua, y estás atada, jajaja!»
—Llevan detrás de Ayame desde que era una niña. De algún modo, se enteraron de que era la jinchuuriki. Y claro, ellos no podían soportar la idea de que un Hōzuki fuese el jinchuuriki y no estuviese de su parte.
«¿¡Por qué te eligieron a ti!? ¿¡Por qué a ti, para ser jinchuuriki!? ¡¡Alguien que no aprecia el noble linaje al que pertenece, alguien que...!!»
—Yui es Hōzuki. Yo misma soy Hōzuki. Pero esos idiotas no se conforman. Porque no compartimos la misma visión que ellos.
«Un simple chunin, derrotando a las precauciones de una consejera paranoica que no puede jamás dejar de vestir ese respirador por si la envenenan... Yui se cree muy fuerte, pero es una blanda...»
—Para ellos, los miembros de nuestro clan son mejores que los demás shinobi. Y probablemente lo que harían con el bijuu sería convertir eso en un status de dominancia: ocupar la aldea, y someter a los demás ninja bajo su mandato.
«Esta es la fuerza que los Kajitsu podemos darte... Ven con nosotros, Ayame. Te entrenaremos. Dejarás de ser una debilucha.»
Ayame sacudió la cabeza enérgicamente, tratando de sacarse la envenenada voz de Marun de su cabeza. ¿Qué era aquello? ¿Por qué la afectaba de aquella manera? ¿Qué eran aquellas...?
¿Dudas...?