13/09/2017, 04:31
No pudo evitar sonreír cuando Akame le preguntó si asado o ramen. Después de todo por lo que habían pasado, le parecía gracioso que de pronto se encontrasen ante un dilema tan trivial. Tan…
… terrenal.
—Te diría asado, pero… ¿Cuántos días llevábamos dormidos? ¿Tres? Creo que es mejor comer algo ligerito de primeras… Que yo soy de estómago delicado —reconoció, dándose unas palmaditas en la barriga—. Mejor no comer demasiado.
—¡Camareeerooooo! —rugió Datsue, estampando el tercer cuenco que le habían traído contra la mesa—. ¡Otra de ramen!
Los dos Uchihas se encontraban en un puesto de ramen que había cerca del Jardín de los Cerezos. Más que cerca, estaba pegado, y la ventana que tenían junto a ellos les regalaba unas preciosas vistas sobre el parque. Datsue dio un trago al zumo de frutas y se relamió los labios cuando le trajeron otro cuenco humeante. Abrió el nuevo par de palillos que le trajeron, se acercó un puñado de fideos a la boca y…
… frunció el ceño.
—Oiga… —Datsue miraba el cuenco con mala cara—. No llevará huevo, ¿verdad?
El camarero suspiró con pesadez y negó con la cabeza. Parecía cansado.
—Señor… Es la décima vez que me lo pregunta, como poco.
—B-bueno, es que me gusta asegurarme, ¿sabe? —«Especialmente después de mi último… percance»—. ¿Lo lleva o no lo lleva?
El camarero, un tipo cuarentón, de entradas y algo de barriga, resopló.
—No, señor. Ni una pizca de huevo. Se lo aseguro —miró a Akame, con cierta impaciencia en el gesto—. ¿El señor desea algo más?
Una vez terminado con Akame, el camarero se retiró, dejándoles solos. Todo lo solos que podían estar en un restaurante. Conociendo a Zoku, además, dudaba mucho que ninguno de sus pajaritos no anduviese rondando cerca.
—Tengo que preguntarte algo, Akame —dijo, con voz sombría—, y es muy importante que me digas la verdad.
El Uchiha había estado evitando hablar del tema del bijuu, del ascenso de Zoku al poder o de cualquier cosa relacionada con los últimos días. No ya solo para cumplir su promesa de mantener aquello en secreto, pues uno nunca sabía quién podía estar escuchando, sino porque necesitaba despejar la mente. Por unos instantes, necesitaba olvidarse de todo y hacer como si todo aquello hubiese sido una simple pesadilla.
—¿Voy a tener que…?
Akame, a diferencia de él, no llevaba objetos sellados en el cuerpo. En el viaje, el mayor de los Uchihas había introducido todo lo que tenía en su mochila, empaquetándolo todo de forma tan perfecta y meticulosa que a Datsue le parecía hasta enfermizo. El problema era…
… que no tenía la mochila por ningún lado. Y eso tan solo podía significar una cosa.
—¿Voy a tener que invitarte? —soltó, con el ceño fruncido y la voz cargada de resentimiento.
… terrenal.
—Te diría asado, pero… ¿Cuántos días llevábamos dormidos? ¿Tres? Creo que es mejor comer algo ligerito de primeras… Que yo soy de estómago delicado —reconoció, dándose unas palmaditas en la barriga—. Mejor no comer demasiado.
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—¡Camareeerooooo! —rugió Datsue, estampando el tercer cuenco que le habían traído contra la mesa—. ¡Otra de ramen!
Los dos Uchihas se encontraban en un puesto de ramen que había cerca del Jardín de los Cerezos. Más que cerca, estaba pegado, y la ventana que tenían junto a ellos les regalaba unas preciosas vistas sobre el parque. Datsue dio un trago al zumo de frutas y se relamió los labios cuando le trajeron otro cuenco humeante. Abrió el nuevo par de palillos que le trajeron, se acercó un puñado de fideos a la boca y…
… frunció el ceño.
—Oiga… —Datsue miraba el cuenco con mala cara—. No llevará huevo, ¿verdad?
El camarero suspiró con pesadez y negó con la cabeza. Parecía cansado.
—Señor… Es la décima vez que me lo pregunta, como poco.
—B-bueno, es que me gusta asegurarme, ¿sabe? —«Especialmente después de mi último… percance»—. ¿Lo lleva o no lo lleva?
El camarero, un tipo cuarentón, de entradas y algo de barriga, resopló.
—No, señor. Ni una pizca de huevo. Se lo aseguro —miró a Akame, con cierta impaciencia en el gesto—. ¿El señor desea algo más?
Una vez terminado con Akame, el camarero se retiró, dejándoles solos. Todo lo solos que podían estar en un restaurante. Conociendo a Zoku, además, dudaba mucho que ninguno de sus pajaritos no anduviese rondando cerca.
—Tengo que preguntarte algo, Akame —dijo, con voz sombría—, y es muy importante que me digas la verdad.
El Uchiha había estado evitando hablar del tema del bijuu, del ascenso de Zoku al poder o de cualquier cosa relacionada con los últimos días. No ya solo para cumplir su promesa de mantener aquello en secreto, pues uno nunca sabía quién podía estar escuchando, sino porque necesitaba despejar la mente. Por unos instantes, necesitaba olvidarse de todo y hacer como si todo aquello hubiese sido una simple pesadilla.
—¿Voy a tener que…?
Akame, a diferencia de él, no llevaba objetos sellados en el cuerpo. En el viaje, el mayor de los Uchihas había introducido todo lo que tenía en su mochila, empaquetándolo todo de forma tan perfecta y meticulosa que a Datsue le parecía hasta enfermizo. El problema era…
… que no tenía la mochila por ningún lado. Y eso tan solo podía significar una cosa.
—¿Voy a tener que invitarte? —soltó, con el ceño fruncido y la voz cargada de resentimiento.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado