15/09/2017, 23:08
—Pero Ayame, no es necesario que te sientes en el suelo —rio Shanise. Sonrió. Maldita sea, se había encariñado de aquellos dos. Ayame le recordaba demasiado a Shiruka, y extrañamente, su actitud infantil acababa haciéndose entrañable. Aunque torpe, además, intentaba esforzarse todo lo que podía, y se había defendido bastante bien contra Marun. De Mogura, lo que menos podía destacar era que era extremadamente maduro para ser de su edad. Tenía la mentalidad de un chunin. Lo que más podía destacar... era que le había salvado la vida—. Tengo algunos recursos si tenemos que acampar a la intemperie.
Shanise se quitó la mochila de viaje y la apoyó un momento en el suelo de hierba verde oscuro. Abrió la cremallera y sacó un pergamino bastante grueso.
—Por favor, apartaos.
Shanise hizo unos sellos, apoyó la mano en un sello del pergamino, y se echó la mochila al hombro. Después...
...echó a correr en dirección contraria, instando a los muchachos a que le siguieran.
FLIP. FLOP. FLISFLACAFLOOOOP.
Recibieron un golpe en el trasero, y salieron disparados hacia adelante, cayendo rodando sobre la hierba. Quizás era sólo porque horas antes había estado a punto de morir, y valoraba mucho más la vida, pero Shanise rio. Rio como no lo había hecho en mucho, mucho tiempo.
Allá donde había un pergamino, ahora había una tienda de campaña gigantesca, de al menos diez metros cuadrados, perfectamente extendida sobre la hierba, incluso anclada.
—¡Os presento mi Técnica de Campamento Portátil! ¿A que es genial? —dijo, mientras se levantaba y se sacudía los muslos. Se adentró en el interior, y no tardó en asomarse, con una gran sonrisa de dientes afilados—. ¡Venga, pasad! Aquí dentro se está calentito.
La Técnica de Campamento Portátil resultó ser más que una simple tienda. Era casi más lujosa que las habitaciones en las que habían estado —bibliotecas con libros sobre Ninjutsu incluídas—. Habían seis camas dispuestas en hilera, cuatro sillones de aspecto muy cómodo, y hasta... hasta... ¿¡una hoguera!?
—Pensé que en el Palacio estaríamos más seguros. —Shanise se encogió de hombros—. Pero debimos hospedarnos aquí desde el principio. Lo único que pasa es que tendremos que hacer guardias para vigilar.
»Bueno, sentaos en los sillones. Tenemos que hablar de algo.
Una vez que los muchachos se hubieran sentado, ella haría lo propio, y empezaría:
—Hemos cometido un grave error. Somos compañeros de equipo, pero no nos hemos contado lo que sabemos hacer. Quiero decir, lo que de verdad sabemos hacer, al detalle. Puede que hasta ahora no hayamos necesitado coordinarnos, pero lo más probable es que nos encontremos al enemigo allí, en la Ciudad Fantasma. Y ya no podemos pedir ayuda a las otras aldeas, de modo que...
»Ayame, tú primero. Cuéntanos cosas sobre ti. Cosas que podrían ser útiles, como alguna técnica especial o algo. Tenéis que acostumbraros a hacer esto cuando seáis un equipo...
»Luego, irá Mogura.
»Y finalmente, yo os contaré algo.
»Y luego, os dejaré dormir unas dos horas mientras yo monto guardia. Vosotros montaréis guardia después mientras yo descanso... ¿Entendido?
Shanise se quitó la mochila de viaje y la apoyó un momento en el suelo de hierba verde oscuro. Abrió la cremallera y sacó un pergamino bastante grueso.
—Por favor, apartaos.
Shanise hizo unos sellos, apoyó la mano en un sello del pergamino, y se echó la mochila al hombro. Después...
...echó a correr en dirección contraria, instando a los muchachos a que le siguieran.
FLIP. FLOP. FLISFLACAFLOOOOP.
Recibieron un golpe en el trasero, y salieron disparados hacia adelante, cayendo rodando sobre la hierba. Quizás era sólo porque horas antes había estado a punto de morir, y valoraba mucho más la vida, pero Shanise rio. Rio como no lo había hecho en mucho, mucho tiempo.
Allá donde había un pergamino, ahora había una tienda de campaña gigantesca, de al menos diez metros cuadrados, perfectamente extendida sobre la hierba, incluso anclada.
—¡Os presento mi Técnica de Campamento Portátil! ¿A que es genial? —dijo, mientras se levantaba y se sacudía los muslos. Se adentró en el interior, y no tardó en asomarse, con una gran sonrisa de dientes afilados—. ¡Venga, pasad! Aquí dentro se está calentito.
La Técnica de Campamento Portátil resultó ser más que una simple tienda. Era casi más lujosa que las habitaciones en las que habían estado —bibliotecas con libros sobre Ninjutsu incluídas—. Habían seis camas dispuestas en hilera, cuatro sillones de aspecto muy cómodo, y hasta... hasta... ¿¡una hoguera!?
—Pensé que en el Palacio estaríamos más seguros. —Shanise se encogió de hombros—. Pero debimos hospedarnos aquí desde el principio. Lo único que pasa es que tendremos que hacer guardias para vigilar.
»Bueno, sentaos en los sillones. Tenemos que hablar de algo.
Una vez que los muchachos se hubieran sentado, ella haría lo propio, y empezaría:
—Hemos cometido un grave error. Somos compañeros de equipo, pero no nos hemos contado lo que sabemos hacer. Quiero decir, lo que de verdad sabemos hacer, al detalle. Puede que hasta ahora no hayamos necesitado coordinarnos, pero lo más probable es que nos encontremos al enemigo allí, en la Ciudad Fantasma. Y ya no podemos pedir ayuda a las otras aldeas, de modo que...
»Ayame, tú primero. Cuéntanos cosas sobre ti. Cosas que podrían ser útiles, como alguna técnica especial o algo. Tenéis que acostumbraros a hacer esto cuando seáis un equipo...
»Luego, irá Mogura.
»Y finalmente, yo os contaré algo.
»Y luego, os dejaré dormir unas dos horas mientras yo monto guardia. Vosotros montaréis guardia después mientras yo descanso... ¿Entendido?
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