16/09/2017, 02:31
—¿Uh?— Volteó a ver el genin, incrédulo de que su magnifica actuación para pasar inadvertido fuese un fracaso. —Meh.— Alzó los hombros para dar a entender que no le importaba, para luego contradecirse él mismo caminando hacía ambos con paso lento mientras metía sus manos en la chaqueta. Obviamente, no quitó su cara plana en ningún momento, ni tampoco tuvo la más mínima intención de presentarse.
A la vez, el sensei se disponía a tomar la espada que el Uchiha le ofrecía. Aunque, su primera reacción fue la de fruncir el ceño cuando tocó el saya, al sentir una textura un poco rugosa, típica del paso del tiempo y el uso. Para continuar, desenvainó la hoja, la cual se apreciaba algo opaca por las mismas razones que la vaina. Negó con la cabeza, y luego la alzó frente a sí, sosteniendo el contrafilo con la palma de su mano izquierda mientras trataba de alinear el arma de forma recta con la vista de su ojo derecho. Cerró los ojos, y al abrirlos de nuevo guardó de nuevo la ninjatō.
—Puedo ver que se trata de una shinobigatana, arma propia de los de su oficio y no tanto del samurai.— Le tendió de nuevo el arma al joven Uchiha. —Sin embargo, también noté muchas cosas en ella, y no precisamente buenas— Su rostro serio mostraba desagrado. —Esta arma no sólo es vieja, sino que también estaba usada y probablemente su anterior dueño ni siquiera se molestase en darle el mantenimiento adecuado o guardarla cómo es debido. Además, muestra una leve curvatura en su hoja, imperceptible si no se le presta la atención necesaria, pero que de todas formas está presente. El mune está gastado, es usable, pero recomendaría que le des una afilada para que por lo menos tenga una utilidad decente.— Era difícil descifrar por qué motivo el hombre estaba tan molesto, pero quizás en su orgullo se le volvía doloroso ver una katana en tal estado.
—No sé si habrás pagado el precio regular por esta arma, pero, comparada incluso a las que se producen en serie, simplemente no lo vale. De ser así, te han estafado con creces.
—Kjg, kjg, kjg...— Un extraño ruido, que se hacía pasar por risa improvisada, provino de la dirección del de cabellos morados. Le divertía pensar que se habían bailado al muchacho de Uzushiogakure. No era muy de reírse, pero con tal de que el otro se enterase de su estado emocional, no dudó en emitir aquel sonido, aunque fuera por lo bajo.
—El que tuvo la osadía de comerciar con esto, no merece menos que una amputación de los dedos.— Sonaba muy drástico, pero para aquel hombre no era una exageración ni tampoco un sentido figurado.
A la vez, el sensei se disponía a tomar la espada que el Uchiha le ofrecía. Aunque, su primera reacción fue la de fruncir el ceño cuando tocó el saya, al sentir una textura un poco rugosa, típica del paso del tiempo y el uso. Para continuar, desenvainó la hoja, la cual se apreciaba algo opaca por las mismas razones que la vaina. Negó con la cabeza, y luego la alzó frente a sí, sosteniendo el contrafilo con la palma de su mano izquierda mientras trataba de alinear el arma de forma recta con la vista de su ojo derecho. Cerró los ojos, y al abrirlos de nuevo guardó de nuevo la ninjatō.
—Puedo ver que se trata de una shinobigatana, arma propia de los de su oficio y no tanto del samurai.— Le tendió de nuevo el arma al joven Uchiha. —Sin embargo, también noté muchas cosas en ella, y no precisamente buenas— Su rostro serio mostraba desagrado. —Esta arma no sólo es vieja, sino que también estaba usada y probablemente su anterior dueño ni siquiera se molestase en darle el mantenimiento adecuado o guardarla cómo es debido. Además, muestra una leve curvatura en su hoja, imperceptible si no se le presta la atención necesaria, pero que de todas formas está presente. El mune está gastado, es usable, pero recomendaría que le des una afilada para que por lo menos tenga una utilidad decente.— Era difícil descifrar por qué motivo el hombre estaba tan molesto, pero quizás en su orgullo se le volvía doloroso ver una katana en tal estado.
—No sé si habrás pagado el precio regular por esta arma, pero, comparada incluso a las que se producen en serie, simplemente no lo vale. De ser así, te han estafado con creces.
—Kjg, kjg, kjg...— Un extraño ruido, que se hacía pasar por risa improvisada, provino de la dirección del de cabellos morados. Le divertía pensar que se habían bailado al muchacho de Uzushiogakure. No era muy de reírse, pero con tal de que el otro se enterase de su estado emocional, no dudó en emitir aquel sonido, aunque fuera por lo bajo.
—El que tuvo la osadía de comerciar con esto, no merece menos que una amputación de los dedos.— Sonaba muy drástico, pero para aquel hombre no era una exageración ni tampoco un sentido figurado.