16/09/2017, 15:53
Ya habían pasado varios carromatos pero ninguno se había parado ni les había prestado la más mínima atención, igual alguno le dedicó alguna mirada algo impura a algun miembro de la pareja que hablaba tranquilamente a un lado del camino, y puede que no todas fueran a la kunoichi.
Finalmente uno de los carromatos paró a un lado y un hombre ataviado con una capa de viaje y con una frondosa barba se bajó y se acercó a ellos.
— Perdonad, niños. ¿Habeis visto a un par de ninjas por aquí? Ya sabeis grandes, fuertes, con esa misma bandana que llevais vosotros, pero de verdad.
Lo más irritante de aquel hombre es que no lo decía con malas intenciones, sino que realmente creía que solo eran crios jugando a shinobis o algo así. Se tocaba la barbara mientras buscaba con la mirada a dichos ninjas.
Vestía una capa beis, una camiseta interior blanca y un chaleco del mismo color que la capa, así como unos pantalones marrones y unas sandalias de madera. Su barba era más bien una barba descontrolada, de un palmo de largo se le extendía por toda la parte baja del rostro y se juntaba con el bigote, haciendo casi imposible verle la boca. Todos sus pelos eran negros como una pizarra y sus ojos eran marrones como sus pantalones, de un marrón oscuro y mate, sin brillo alguno.
Finalmente uno de los carromatos paró a un lado y un hombre ataviado con una capa de viaje y con una frondosa barba se bajó y se acercó a ellos.
— Perdonad, niños. ¿Habeis visto a un par de ninjas por aquí? Ya sabeis grandes, fuertes, con esa misma bandana que llevais vosotros, pero de verdad.
Lo más irritante de aquel hombre es que no lo decía con malas intenciones, sino que realmente creía que solo eran crios jugando a shinobis o algo así. Se tocaba la barbara mientras buscaba con la mirada a dichos ninjas.
Vestía una capa beis, una camiseta interior blanca y un chaleco del mismo color que la capa, así como unos pantalones marrones y unas sandalias de madera. Su barba era más bien una barba descontrolada, de un palmo de largo se le extendía por toda la parte baja del rostro y se juntaba con el bigote, haciendo casi imposible verle la boca. Todos sus pelos eran negros como una pizarra y sus ojos eran marrones como sus pantalones, de un marrón oscuro y mate, sin brillo alguno.