16/09/2017, 19:59
Algo con lo que no había contado Ayame era que su oponente también podría guardar un par de ases bajo la manga, literalmente. Y así, aunque los shuriken consiguieron arañar sus brazos, Yota consiguió cortar el hilo que amenazaba con apresarle con un par de kunais escondidos.
Ayame no pudo menos que chasquear la lengua, irritada.
— ¿Bromeas? Estamos a las puertas de la final, sería una gilipollez rendirse ahora —respondió él.
Y entonces volvió a sacar el kunai en su mano izquierda y, antes de que pudiera siquiera imaginar lo que pretendía hacer, el filo del arma reflejó la luz del sol directamente hacia sus ojos.
«¡Mierda!» Pensó Ayame, que se vio obligada a cerrar los párpados con un gesto de dolor. Le había anulado la vista momentáneamente...
Pero aún le quedaba el sentido del oído.
Y los pasos de Yota prácticamente retumbaban en el tatami de madera en su prisa por recortar las distancias con ella.
Ayame no perdió un instante. Cuando estuvo segura de que se encontraba a punto de alcanzarla, sus manos ya se habían entrelazado. Desde sus hombros y sus muslos, un total de cuatro puntos de agua se elongaron rápidamente, girando sobre sí mismos, hasta formar cuatro largas agujas que buscaron el cuerpo de su oponente para perforarlo...
Ayame no pudo menos que chasquear la lengua, irritada.
— ¿Bromeas? Estamos a las puertas de la final, sería una gilipollez rendirse ahora —respondió él.
Y entonces volvió a sacar el kunai en su mano izquierda y, antes de que pudiera siquiera imaginar lo que pretendía hacer, el filo del arma reflejó la luz del sol directamente hacia sus ojos.
«¡Mierda!» Pensó Ayame, que se vio obligada a cerrar los párpados con un gesto de dolor. Le había anulado la vista momentáneamente...
Pero aún le quedaba el sentido del oído.
Y los pasos de Yota prácticamente retumbaban en el tatami de madera en su prisa por recortar las distancias con ella.
Ayame no perdió un instante. Cuando estuvo segura de que se encontraba a punto de alcanzarla, sus manos ya se habían entrelazado. Desde sus hombros y sus muslos, un total de cuatro puntos de agua se elongaron rápidamente, girando sobre sí mismos, hasta formar cuatro largas agujas que buscaron el cuerpo de su oponente para perforarlo...