17/09/2017, 15:42
Akame aguantó, estoico, el chaparrón de críticas y defectos que aquel anciano maestro arrojaba sobre su katana. No es que le sentara mal ni mucho menos, precisamente él mismo —con poco que sabía— ya había notado que aquella espada no se sentía igual de bien que su antiguo filo al blandirla, ni siquiera sujetándola con una mano.
Asintió con interés a todos y cada uno de los comentarios del maestro, que le indicaron la multitud de fallos que aquejaban al arma. La conclusión del anciano fue la misma que la suya, aunque él agregó una nota más severa. «Entiendo su enfado, para alguien que dedica su vida al arte de las espadas, ver una tan mal hecha y saber que se ha vendido como pieza única debe ser realmente doloroso...»
Akame agachó la cabeza, su orgullo ligeramente herido, y asintió dándole la razón al maestro. Le habían estafado y bien.
—Muchas gracias por su valoración, sensei-dono. En efecto, yo sospechaba que esta hoja no era tan buena como me habían hecho creer... Pero esto...
Entonces escuchó la risa del gennin tuerto, y su gesto se torció. «Este amejin... Parece que viene buscando problemas», valoró el Uchiha. Tomó el ninjato que le extendía el maestro y se volvió hacia el gennin de la Lluvia.
—Creo que no nos hemos presentado. Uchiha Akame, de Uzushiogakure —hizo una ligera inclinación de cabeza—. Veo que tú también llevas una espada.
Asintió con interés a todos y cada uno de los comentarios del maestro, que le indicaron la multitud de fallos que aquejaban al arma. La conclusión del anciano fue la misma que la suya, aunque él agregó una nota más severa. «Entiendo su enfado, para alguien que dedica su vida al arte de las espadas, ver una tan mal hecha y saber que se ha vendido como pieza única debe ser realmente doloroso...»
Akame agachó la cabeza, su orgullo ligeramente herido, y asintió dándole la razón al maestro. Le habían estafado y bien.
—Muchas gracias por su valoración, sensei-dono. En efecto, yo sospechaba que esta hoja no era tan buena como me habían hecho creer... Pero esto...
Entonces escuchó la risa del gennin tuerto, y su gesto se torció. «Este amejin... Parece que viene buscando problemas», valoró el Uchiha. Tomó el ninjato que le extendía el maestro y se volvió hacia el gennin de la Lluvia.
—Creo que no nos hemos presentado. Uchiha Akame, de Uzushiogakure —hizo una ligera inclinación de cabeza—. Veo que tú también llevas una espada.