19/09/2017, 11:08
Zoku observó a Akame con suspicacia mientras le observaba, casi como si fuera capaz de leer a través de él. Pero finalmente, asintió.
—Supongo que las cosas se calmarán cuando lleve un tiempo en la aldea. O eso espero.
Entonces intervino Datsue.
Uzumaki Zoku no era una persona que soliese dejarse sorprender por las cosas, pero aquella intervención lo impresionó. Lo impresionó en muchísimos niveles, no necesariamente a bien. A medida que Datsue iba hablando, se iba emocionando más y más. Y los ojos de Zoku también se abrían más y más. También llegó a reír por lo bajo, sinceramente, en algún que otro punto.
Por eso Datsue se sorprendería más cuando el jounin le contestase, con un tono más que cortante:
—Basta, Datsue. Las relaciones políticas son mucho más que un juego de niños. —Se levantó y se cruzó de brazos—. A lo mejor desprestigiar a la gente en un panfleto del corazón te podrá servir con otras personas, pero dudo que hicieras algo que pudiera amargar el sabor de boca que Daigo, Shiona y en parte Gouna intentaron dejar en esta villa.
»Está claro que tengo detractores. Lo que tengo que hacer es ganarme a la gente hablando con ellos, en calma. Como hice con vosotros. Mi actitud puede que sonara beligerante en un discurso en tiempos de paz, pero ahora que los ciudadanos temen ser los débiles en un juego de tres, puede que no sea muy difícil que acaben haciendo una piña e incluso aquellos que están en mi contra se vuelvan a mi favor.
»Evidentemente, me tengo que cubrir las espaldas. Si alguien descubre nuestro secreto, tendré que silenciarlos. Pero ese es el trabajo de un ninja.
Zoku se dirigió a las cristaleras, contempló la villa un instante y dejó escapar un corto suspiro.
—Todavía queda un poco para la noche —insistió—. Salid por ahí, visitad a vuestros seres queridos, haced lo que queráis. Ya sabéis cuáles son vuestras órdenes, soldados.
—Supongo que las cosas se calmarán cuando lleve un tiempo en la aldea. O eso espero.
Entonces intervino Datsue.
Uzumaki Zoku no era una persona que soliese dejarse sorprender por las cosas, pero aquella intervención lo impresionó. Lo impresionó en muchísimos niveles, no necesariamente a bien. A medida que Datsue iba hablando, se iba emocionando más y más. Y los ojos de Zoku también se abrían más y más. También llegó a reír por lo bajo, sinceramente, en algún que otro punto.
Por eso Datsue se sorprendería más cuando el jounin le contestase, con un tono más que cortante:
—Basta, Datsue. Las relaciones políticas son mucho más que un juego de niños. —Se levantó y se cruzó de brazos—. A lo mejor desprestigiar a la gente en un panfleto del corazón te podrá servir con otras personas, pero dudo que hicieras algo que pudiera amargar el sabor de boca que Daigo, Shiona y en parte Gouna intentaron dejar en esta villa.
»Está claro que tengo detractores. Lo que tengo que hacer es ganarme a la gente hablando con ellos, en calma. Como hice con vosotros. Mi actitud puede que sonara beligerante en un discurso en tiempos de paz, pero ahora que los ciudadanos temen ser los débiles en un juego de tres, puede que no sea muy difícil que acaben haciendo una piña e incluso aquellos que están en mi contra se vuelvan a mi favor.
»Evidentemente, me tengo que cubrir las espaldas. Si alguien descubre nuestro secreto, tendré que silenciarlos. Pero ese es el trabajo de un ninja.
Zoku se dirigió a las cristaleras, contempló la villa un instante y dejó escapar un corto suspiro.
—Todavía queda un poco para la noche —insistió—. Salid por ahí, visitad a vuestros seres queridos, haced lo que queráis. Ya sabéis cuáles son vuestras órdenes, soldados.
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