19/09/2017, 16:46
—Oh, por el amor de Susano'o... —masculló Akame, tapándose media cara con la mano diestra en gesto de resignación, cuando su compañero empezó a hacer propaganda de aquella infame revista suya sin ningún tipo de tapujo.
La expresión molesta de Akame no mudó a otra más alegre y divertida hasta que Zoku cortó por lo sano el monólogo de su compañero Uchiha, e incluso calificó sus ideas de "niñerías". El mayor de los dos gennin tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no romperse a carcajadas en ese mismo momento; al fin y al cabo, estaba delante de su Kage.
Tras una muestra te templanza y buen juicio por parte del Uzumaki, éste los mandó a darse otra vuelta. «Parece casi incómodo con nuestra presencia...»
Apenas después de salir de la habitación el Uchiha cayó en la cuenta de que todavía no tenía sus pertenencias. Su siguiente objetivo aquel día sería, por consiguiente, recuperarlas. Y así lo hizo. Un rato después saldría de la residencia de Zoku, saludando cortesmente a los chuunin de la puerta, camino a su propia casa. Llevaba varios días con la misma ropa y estaba deseando darse una buena ducha, tumbarse en la cama y pensar en lo sucedido... En que ahora era un medio jinchuuriki.
Al caer la noche, la figura delgaducha pero curtida de Uchiha Akame se dibujaría en el contorno de las farolas de la residencia. Vestía con una camisa de mangas largas y cuello alto de color azul claro, pantalones largos de tono blanco y ajustados en los tobillos a sus ceñidas botas ninja —negras, claro—. Llevaba en su cinturón de cuero negro el portaobjetos, la bandana en la frente y su fiel ninjato a la espalda.
Parecía que fuese allí a cumplir algún tipo de peligrosa misión en vez de a dormir. Y es que, según lo que sabía, a partir de ese momento conciliar el sueño podía bien parecerse más a lo primero que a lo segundo.
—Buenas noches... Eh... —saludó a los chuunin de la entrada, pero entonces se dio cuenta de que no sabía sus nombres.
La expresión molesta de Akame no mudó a otra más alegre y divertida hasta que Zoku cortó por lo sano el monólogo de su compañero Uchiha, e incluso calificó sus ideas de "niñerías". El mayor de los dos gennin tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no romperse a carcajadas en ese mismo momento; al fin y al cabo, estaba delante de su Kage.
Tras una muestra te templanza y buen juicio por parte del Uzumaki, éste los mandó a darse otra vuelta. «Parece casi incómodo con nuestra presencia...»
Apenas después de salir de la habitación el Uchiha cayó en la cuenta de que todavía no tenía sus pertenencias. Su siguiente objetivo aquel día sería, por consiguiente, recuperarlas. Y así lo hizo. Un rato después saldría de la residencia de Zoku, saludando cortesmente a los chuunin de la puerta, camino a su propia casa. Llevaba varios días con la misma ropa y estaba deseando darse una buena ducha, tumbarse en la cama y pensar en lo sucedido... En que ahora era un medio jinchuuriki.
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Al caer la noche, la figura delgaducha pero curtida de Uchiha Akame se dibujaría en el contorno de las farolas de la residencia. Vestía con una camisa de mangas largas y cuello alto de color azul claro, pantalones largos de tono blanco y ajustados en los tobillos a sus ceñidas botas ninja —negras, claro—. Llevaba en su cinturón de cuero negro el portaobjetos, la bandana en la frente y su fiel ninjato a la espalda.
Parecía que fuese allí a cumplir algún tipo de peligrosa misión en vez de a dormir. Y es que, según lo que sabía, a partir de ese momento conciliar el sueño podía bien parecerse más a lo primero que a lo segundo.
—Buenas noches... Eh... —saludó a los chuunin de la entrada, pero entonces se dio cuenta de que no sabía sus nombres.