20/09/2017, 08:51
Apoyando ambas manos en el suelo, Yota volvió a reincorporarse con cierto esfuerzo después del ataque de Ayame.
— Parece que tu tampoco lo haces mal. —Tosió, y algunas gotas de sangre mancharon la tarima de madera. El combate se acercaba peligrosamente a su punto álgido, y cualquier error, por mínimo que fuera, podría suponerla perdición del otro—. ¿Lista?
Ella asintió. Pero apenas tuvo tiempo de hacerlo. El de Kusagakure había formulado un sello y, de repente, su cuerpo se abalanzaba sobre ella, recortando los cinco metros de distancia que los separaban. Sin embargo, Yota no era tan rápido como Daruu y además su pierna seguía herida por el ataque anterior de sus agujas de agua, por lo que fue perfectamente capaz de verle venir. Se giró hacia su lado derecho, justo donde se había posicionado su oponente, y, rápidamente, levantó el antebrazo y ladeó la cabeza para bloquearlo.
Y entonces, su mano derecha se iluminó, y un millar de pájaros estalló dentro de su puño. A Ayame se le pusieron los pelos de punta.
«¡Ah, no! ¡¡Eso sí que no!!»
Como un muelle, Ayame estiró las piernas previamente flexionadas para saltar hacia atrás para esquivarlo. Al mismo tiempo, estiró su mano derecha, liberando el kunai del mecanismo que escondía bajo la manga y, con un simple movimiento de muñeca, redirigió los rayos del sol con el filo y, potenciándolo con su chakra, atacó a los ojos de su oponente sin piedad.
Aterrizó a unos dos metros de distancia. Después dejó caer el kunai, quedando este colgado de su muñeca por el alambre que aún lo unía al mecanismo, y entrelazó las manos con toda la velocidad que fue capaz. Su rival parecía extenuado, debía aprovechar eso y los segundos de ceguera de su técnica.
«¡Esto acaba aquí!»
Pegó una buena bocanada de aire y escupió un torrente de agua que se abalanzó sobre su oponente con toda su presión.
— Parece que tu tampoco lo haces mal. —Tosió, y algunas gotas de sangre mancharon la tarima de madera. El combate se acercaba peligrosamente a su punto álgido, y cualquier error, por mínimo que fuera, podría suponerla perdición del otro—. ¿Lista?
Ella asintió. Pero apenas tuvo tiempo de hacerlo. El de Kusagakure había formulado un sello y, de repente, su cuerpo se abalanzaba sobre ella, recortando los cinco metros de distancia que los separaban. Sin embargo, Yota no era tan rápido como Daruu y además su pierna seguía herida por el ataque anterior de sus agujas de agua, por lo que fue perfectamente capaz de verle venir. Se giró hacia su lado derecho, justo donde se había posicionado su oponente, y, rápidamente, levantó el antebrazo y ladeó la cabeza para bloquearlo.
Y entonces, su mano derecha se iluminó, y un millar de pájaros estalló dentro de su puño. A Ayame se le pusieron los pelos de punta.
«¡Ah, no! ¡¡Eso sí que no!!»
Como un muelle, Ayame estiró las piernas previamente flexionadas para saltar hacia atrás para esquivarlo. Al mismo tiempo, estiró su mano derecha, liberando el kunai del mecanismo que escondía bajo la manga y, con un simple movimiento de muñeca, redirigió los rayos del sol con el filo y, potenciándolo con su chakra, atacó a los ojos de su oponente sin piedad.
Aterrizó a unos dos metros de distancia. Después dejó caer el kunai, quedando este colgado de su muñeca por el alambre que aún lo unía al mecanismo, y entrelazó las manos con toda la velocidad que fue capaz. Su rival parecía extenuado, debía aprovechar eso y los segundos de ceguera de su técnica.
«¡Esto acaba aquí!»
Pegó una buena bocanada de aire y escupió un torrente de agua que se abalanzó sobre su oponente con toda su presión.