21/09/2017, 16:01
(Última modificación: 21/09/2017, 16:02 por Inuzuka Nabi.)
— Gracias. Tengo problemas con los sitios grandes —
— Pues siento ser yo el que te lo diga, pero el mundo es un lugar muy grande.
Tras los seguros pasos del repartidor no tardarían en volver a estar justo en el mismo sitio en el que hace unas horas se separaron y el mismo hombre les esperaba con la misma postura y la misma mirada.
— Joder, ya era hora.
Esto empezaba a provocarle un fuerte deja vú a Juro.
— Y esta vez es solo a ti. — estaba señalando al genin con su mini dedo indice. — Has tardado tanto que hasta hemos encontrado sustituto para que haga de Dangoman, dame eso anda y tira anda tira.— le quitó el disfraz de las manos y se puso a revisarlo mientras despotricaba — Estos shinobis se piensan que pueden hacer de todo pero en cuanto los sacas de matar gente ya no saben ni sumar dos y dos. Tú, tira adentro que tenemos que hablar de la factura del último pedido.
La sonrisa del repartidor que pensaba que se había librado se vino abajo más rápido de lo que cae un arbol recien talado. Pasó dentro detrás del dueño dejando a Juro ahí plantado como el arbol que aún no ha sido talado. Ni siquiera le dio oportunidad a contestarle y tampoco estaba claro que le hubiera hecho puñetero caso porque parecía poco dispuesto a aceptar opiniones que no fueran la suya.
— Pues siento ser yo el que te lo diga, pero el mundo es un lugar muy grande.
Tras los seguros pasos del repartidor no tardarían en volver a estar justo en el mismo sitio en el que hace unas horas se separaron y el mismo hombre les esperaba con la misma postura y la misma mirada.
— Joder, ya era hora.
Esto empezaba a provocarle un fuerte deja vú a Juro.
— Y esta vez es solo a ti. — estaba señalando al genin con su mini dedo indice. — Has tardado tanto que hasta hemos encontrado sustituto para que haga de Dangoman, dame eso anda y tira anda tira.— le quitó el disfraz de las manos y se puso a revisarlo mientras despotricaba — Estos shinobis se piensan que pueden hacer de todo pero en cuanto los sacas de matar gente ya no saben ni sumar dos y dos. Tú, tira adentro que tenemos que hablar de la factura del último pedido.
La sonrisa del repartidor que pensaba que se había librado se vino abajo más rápido de lo que cae un arbol recien talado. Pasó dentro detrás del dueño dejando a Juro ahí plantado como el arbol que aún no ha sido talado. Ni siquiera le dio oportunidad a contestarle y tampoco estaba claro que le hubiera hecho puñetero caso porque parecía poco dispuesto a aceptar opiniones que no fueran la suya.