22/09/2017, 00:26
Rápidamente olvidaría todo en cuanto despertara. Pero en ese instante, Mogura estaba delante de un escritorio, su espalda estaba recostada contra un cómodo sillón giratorio del cual se levantó para observar por un ventanal que había en un lado de la habitación. No era un edificio tan alto como el de la Arashikage, pero tenía lo suyo.
El hospital de Amegakure.
Dejaría escapar un ligero suspiro para acercarse al mueble nuevamente y buscaría prestar atención a un pequeño detalle, una pequeña placa en la que había un escrito.
Manase Mogura, director del hospital de Amegakure.
Y entonces...
—¡Venga, holgazán!
Una voz que ya se le hacía común, la carcajada de una joven kunoichi con la que pasaba demasiado tiempo y el dolor no solo de la realidad sino de la caída. Volvió a ser un genin en una misión de rango S, tenía que cubrir a su superior en la guardia y seguir su camino hasta la cima.
Bien, llegó la hora de vuestra guardia. Esto está más aburrido que una fiesta sin alcohol, así que no creo que tengáis de qué preocuparos. Pero si en algún momento véis a alguien, me despertáis inmediatamente.
Entendido.
El joven médico se puso de pie y se arregló un poco, controlando que su peinado estuviese bien en un par de ocasiones. Ayame por su parte parecía un poco inquieta.
—Voy a salir un momento, Moputa-san. Necesito que me dé el aire... o la lluvia
Dejaría escapar entonces una ligera risa, el muchacho de cabello azabache no podría evitar arquearía la ceja un par de segundos.
Manase-san.
Corregiría dejando a la fémina hacer su voluntad. Él se tomaría un minuto para colocarse su sobretodo y la capa de viaje que a pesar de no estar en las mejores condiciones, aún podría abrigar un poco.
Al asomar su cabeza por la carpa, la postal con la que se encontraría sería un poco extraña. Ayame no llevaba su bandana en la frente como siempre, sino que ahora estaba en uno de sus brazos y en su frente ahora lucía una curiosa marca.
«¿Una luna?»
La chica tenía los ojos cerrados y simplemente recibía la lluvia como el regalo de Amenokami que era. Aotsuki Ayame parecía ser una muchacha muy extraña por momentos. Mogura no pensaba interrumpirla en su... lo que sea que estuviese haciendo, simplemente se dedicó a examinar el paisaje, vigilando. Por momentos intercambiaba miradas hacía la joven kunoichi y pensaba en echarle un ojo a la ANBU en caso de que cualquier cosa pudiese llegar a pasar pero...
«Oh...»
En el momento que quiso abrir la carpa, los ronquidos de Shanise comenzaron a escucharse desde donde estaba aquel par.
«Supongo que está bien.»
Concluyó, y retomó su posición inicial.
El hospital de Amegakure.
Dejaría escapar un ligero suspiro para acercarse al mueble nuevamente y buscaría prestar atención a un pequeño detalle, una pequeña placa en la que había un escrito.
Manase Mogura, director del hospital de Amegakure.
Y entonces...
—¡Venga, holgazán!
Una voz que ya se le hacía común, la carcajada de una joven kunoichi con la que pasaba demasiado tiempo y el dolor no solo de la realidad sino de la caída. Volvió a ser un genin en una misión de rango S, tenía que cubrir a su superior en la guardia y seguir su camino hasta la cima.
Bien, llegó la hora de vuestra guardia. Esto está más aburrido que una fiesta sin alcohol, así que no creo que tengáis de qué preocuparos. Pero si en algún momento véis a alguien, me despertáis inmediatamente.
Entendido.
El joven médico se puso de pie y se arregló un poco, controlando que su peinado estuviese bien en un par de ocasiones. Ayame por su parte parecía un poco inquieta.
—Voy a salir un momento, Moputa-san. Necesito que me dé el aire... o la lluvia
Dejaría escapar entonces una ligera risa, el muchacho de cabello azabache no podría evitar arquearía la ceja un par de segundos.
Manase-san.
Corregiría dejando a la fémina hacer su voluntad. Él se tomaría un minuto para colocarse su sobretodo y la capa de viaje que a pesar de no estar en las mejores condiciones, aún podría abrigar un poco.
Al asomar su cabeza por la carpa, la postal con la que se encontraría sería un poco extraña. Ayame no llevaba su bandana en la frente como siempre, sino que ahora estaba en uno de sus brazos y en su frente ahora lucía una curiosa marca.
«¿Una luna?»
La chica tenía los ojos cerrados y simplemente recibía la lluvia como el regalo de Amenokami que era. Aotsuki Ayame parecía ser una muchacha muy extraña por momentos. Mogura no pensaba interrumpirla en su... lo que sea que estuviese haciendo, simplemente se dedicó a examinar el paisaje, vigilando. Por momentos intercambiaba miradas hacía la joven kunoichi y pensaba en echarle un ojo a la ANBU en caso de que cualquier cosa pudiese llegar a pasar pero...
«Oh...»
En el momento que quiso abrir la carpa, los ronquidos de Shanise comenzaron a escucharse desde donde estaba aquel par.
«Supongo que está bien.»
Concluyó, y retomó su posición inicial.
Hablo - Pienso