26/07/2015, 02:40
Kōri, aquél pilar de mármol que en silencio había permanecido desde que se habían encontrado, anunció una obviedad como una casa: la ceremonia había terminado. Pero si Kiroe no le había jugado una mala pasada, la fiesta no había hecho más que empezar.
Sin embargo, el patriarca de la familia Aotsuki había decidido que ya había terminado hacía tiempo.
—¿Queeeé? ¿Pero por qué? La Arashikage-sama ha convocado una fiesta, me lo dijo mamá, ¿no váis a venir? —A pesar del miedo que le tenía a Zetsuo, el pequeño Daruu lo miraba con ojos brillantes como si le estuviera pidiendo permido para coger galletas de un tarro. En el fondo, quería pasar más tiempo con ellos. Incluso con él. Al fin y al cabo estaba cansado de estar a solas con su madre, y si su madre iba a estar ocupándose del puesto de pasteles...—. Estar sólo va a ser un rollo. ¿Ha sido por no saber como llamarle? Lo siento, no quería ofenderle...
A pesar de todo, Daruu era un crío inocente y tímido que no quería llevarse mal con nadie.
Kiroe se dio la vuelta y soltó una pequeña risilla después de revolverle el pelo a su hijo, quien se esforzó porque su quejido sonase bien alto por encima de la lluvia —Daruu odiaba que le tocasen el pelo—.
—Oh, qué dirá la Arashikage, qué dirá la gente... —dejó caer la madre del chaval—. El siempre fiel y siempre cercano a la aldea Zetsuo, no acudiendo a un evento que organiza la aldea para los nuevos graduados... ¡Y encima la graduada es su hija! Nada menos que uno de los orgullos de la aldea... Dirán que no se orgullece de su familia. ¡Qué pena!
Giró la cabeza lo justo para que se pudiera observar la sonrisa maliciosa que esgrimía, sabiéndose vencedora de un pulso.
—Vamos, viejo carcamal, deja que tus hijos disfruten un poco. Es una fiesta formal, no un baile de colegialas, no tienes por qué ponerte a bailar la conga. —Dos chunin que había cerca, y que de sobra conocían a Zetsuo y a su reputación, se quedaron mirando a Kiroe como si acabase de mear encima de un busto de un templo budista—. Además, —Y esto lo dijo mirando a Kori— habrá pastelillos gratis. Invita Yui-sama.
Por la cabeza de Daruu estaban circulando mil y un pensamientos. Cómo se habría tomado Zetsuo sus disculpas. Si habría hecho mucho el ridículo con Ayame. Si Kōri forzaría a su familia a asistir a la fiesta sólo por los bollitos...
Pero Zetsuo no sería capaz de saberlo nunca. Porque Kiroe tenía muchas cosas que esconder, y como toda persona que esconde cosas, sabía construir buenas puertas.
La mente de Daruu estaba cerrada desde que le habían revuelto el pelo. No duraría más que unos días, pero para Kiroe era suficiente.
Sin embargo, el patriarca de la familia Aotsuki había decidido que ya había terminado hacía tiempo.
—¿Queeeé? ¿Pero por qué? La Arashikage-sama ha convocado una fiesta, me lo dijo mamá, ¿no váis a venir? —A pesar del miedo que le tenía a Zetsuo, el pequeño Daruu lo miraba con ojos brillantes como si le estuviera pidiendo permido para coger galletas de un tarro. En el fondo, quería pasar más tiempo con ellos. Incluso con él. Al fin y al cabo estaba cansado de estar a solas con su madre, y si su madre iba a estar ocupándose del puesto de pasteles...—. Estar sólo va a ser un rollo. ¿Ha sido por no saber como llamarle? Lo siento, no quería ofenderle...
A pesar de todo, Daruu era un crío inocente y tímido que no quería llevarse mal con nadie.
Kiroe se dio la vuelta y soltó una pequeña risilla después de revolverle el pelo a su hijo, quien se esforzó porque su quejido sonase bien alto por encima de la lluvia —Daruu odiaba que le tocasen el pelo—.
—Oh, qué dirá la Arashikage, qué dirá la gente... —dejó caer la madre del chaval—. El siempre fiel y siempre cercano a la aldea Zetsuo, no acudiendo a un evento que organiza la aldea para los nuevos graduados... ¡Y encima la graduada es su hija! Nada menos que uno de los orgullos de la aldea... Dirán que no se orgullece de su familia. ¡Qué pena!
Giró la cabeza lo justo para que se pudiera observar la sonrisa maliciosa que esgrimía, sabiéndose vencedora de un pulso.
—Vamos, viejo carcamal, deja que tus hijos disfruten un poco. Es una fiesta formal, no un baile de colegialas, no tienes por qué ponerte a bailar la conga. —Dos chunin que había cerca, y que de sobra conocían a Zetsuo y a su reputación, se quedaron mirando a Kiroe como si acabase de mear encima de un busto de un templo budista—. Además, —Y esto lo dijo mirando a Kori— habrá pastelillos gratis. Invita Yui-sama.
Por la cabeza de Daruu estaban circulando mil y un pensamientos. Cómo se habría tomado Zetsuo sus disculpas. Si habría hecho mucho el ridículo con Ayame. Si Kōri forzaría a su familia a asistir a la fiesta sólo por los bollitos...
Pero Zetsuo no sería capaz de saberlo nunca. Porque Kiroe tenía muchas cosas que esconder, y como toda persona que esconde cosas, sabía construir buenas puertas.
La mente de Daruu estaba cerrada desde que le habían revuelto el pelo. No duraría más que unos días, pero para Kiroe era suficiente.