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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#85
—No —negó categóricamente Kokuo—. No puedes decirles nada. Este enemigo no es de su mundo. Es del nuestro. Nosotras tenemos que acabar con la amenaza.

»Además, me temo que sólo nosotras podemos acabar con ella.

Hubo un momento de tenso silencio. El Gobi bajó la mirada, y jugueteó con las hojas caídas un momento, pateándolas con una pezuña.

—El objetivo de Warau era crear una técnica llamada Sekai no Ito, "Los Hilos del Mundo" —explicó el Gobi—. Con el chakra de los nueve bijuu, planeaba hacerse con el control de todas y cada una de las criaturas del planeta... y usarlas como marionetas. Más bien... como juguetes. Como si... Como si todos los seres fueran hormigas en un terrario. Y él pudiera observarlas y manipularlas.

Un escalofrío recorrió su cuerpo. Se le erizó el vello de la espalda.

—Pero no lo consiguió. Los jinchuuriki no resultaron ser tan fáciles de capturar. Los bijuu no resultaron ser tan dóciles. Las aldeas, tan frágiles. Y entonces, encontró el Amuleto. El Amuleto del Reinicio.

»El Amuleto del Reinicio le permite, con una gran cantidad de chakra, fracturar la realidad y reconstruirla a su antojo. Eso es, al menos, lo que promete. La realidad es que, para poder hacer eso, uno necesita un grado de concentración que Warau no posee. Nunca lo consigue. No es fácil construir un mundo. De modo que siempre comete fallos. ¿O quizás es... que su conciencia está atada a lo que ya conoce del mundo original?

»Él desearía un mundo sin nosotras. Un mundo sin ninguna persona que le haya hecho frente alguna vez, que pudiera hacerle frente. Pero nunca consigue que no nazcas. Que no nazcan todos. Que no se reencarnen. Y esta vez, no ha conseguido siquiera que yo olvide.

»Pero eso no son buenas noticias. Significa que Warau está rompiendo la realidad. Que el mundo es cada vez más frágil, que terminará por deshilacharse. Un reinicio más, quizás un par, y quizás el mundo que lo conocemos desaparezca. Ese tipo siempre estuvo medio loco, pero me temo que ya ha perdido el norte por completo. Piensa que puede reiniciar el mundo cada vez que algo se le va de las manos.

»Está absorbiendo la energía natural que él mismo plantó en el último reinicio. Él inventó esos Hilos, dándoles ese nombre porque sería lo que en última instancia le llevaría a poder utilizar su técnica definitiva. Si dejamos que absorba todo el chakra, podrá utilizarla, y todos seremos sus esclavos. ¿Hasta cuando? ¿Hasta que se aburra y decida reiniciar de nuevo?

»Por otro lado, si nos limitamos a sellar los hilos, sentirá que ha fracasado de nuevo, y utilizará el Amuleto también para reiniciar la realidad. Por tanto... Tenemos que matarle. Y destruir esa cosa. Evitar que nadie pueda volver a usarla. Nunca más.


· · ·


Shanise despertó. Silbó, desde dentro de la tienda, e hizo entrar a sus dos subordinados.

—Bien, muchachos. Recojan las cosas. Partiremos hacia nuestro destino. Preparáos bien, haced todas las cosas que tengáis que hacer, con vuestras armas, hilos shinobi y técnicas —advirtió—. Puede que luego no tengáis tiempo.

Al cabo de un rato, los tres marchaban hacia la Ciudad Fantasma. Ya tenían que levantar la barbilla para poder observar el techo de los altísimos rascacielos, en estado de semi-ruina. En el interior de Ayame, Kokuo se removía con marcada incomodidad.

—Por cierto, Ayame. Señorita —dijo—. Quiero que sepa... Que el tiempo que pasé con usted después de que decidiera colaborar con usted fue... muy apacible.

»Esta será nuestra última batalla juntas. En cierto modo...
[Imagen: MsR3sea.png]

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RE: (S) Los hilos del mundo: tercer hilo - por Sama-sama - 22/09/2017, 09:30


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