25/09/2017, 04:43
Me sentí aliviado cuando el animal entendió bien el mensaje y comenzó a andar más rápido hacia le exterior del circulo gélido, sus pasos se movían con decisión a llevarme a la seguridad de las cercanías del poblado, incluso el peliblanco se había vuelto y con sensatez galopaba a mi lado, sería cuestión de minutos para poder sentirme a salvo de aquella amenaza inminente. No obstante, esa sensación de bienestar no duró más que unos pocos minutos, ya que la temperatura bajó y la iluminación fue descendiendo poco a poco ¿cómo sabía sí íbamos en el sentido correcto? Lo único que era claro es que la tormenta nos estaba alcanzando y aquello era mala señal.
En mi mente se iban dibujando diversas complicaciones que podríamos tener, como vernos sepultados bajo varios metros de nieve y que nadie nos encontrase... Una muerte trágica...
—¡Permanece cerca de mi Keisuke-san! —
—¿Eh?— El lejano murmullo de Koutetsu me sacó de mis pensamientos, volteé a ver cuan lejos estábamos el uno del otro, una excelente idea, era mejor permanecer juntos. Guié al ciervo a su homólogo. —Será mejor que nos demos prisa!.— Vociferé, aunque me encontraba prácticamente al lado del moreno, el ruido de la ventisca contaminaba constantemente nuestros oídos.
Repentinamente sentí que el que nuestro avance disminuida, al parecer las monturas tenían algún tipo de dificultad, quizá la nieve estaba calando en sus huesos o que podría decir, el punto era que sus pasos se volvieron dificultosos, más mecánicos o algo así, seguramente la nieve estaba subiendo de nivel y por eso costaba más su desplazamiento. Mis ojos se centraban en el camino delante de nosotros, bueno lo escaso que podía ver, que era prácticamente una lejanía gris con muchas motas blancas empujadas por las fuertes corrientes aéreas, prácticamente todo un paisaje de fin del mundo, fin de nuestras vidas.
—¿Keisuke-san, como estas? —grito a todo pulmón, sintiendo como el aire helado penetraba en ellos y como las agujas de nieve castigaban su piel.
La ventisca iba creciente e implacable, incluso podía sentir como trozos de hielo atentaban contra mi ser y mi pobre reno, ¿estaría bien? ¿Estaría acostumbrado a este tipo de actividades? Dudé más de un segundo en responder, sobre todo porque no sabía sí estaba realmente bien, físicamente sí, pero... ¿Mi fortaleza mental donde estaba? ¿Mi voluntad? Relamí mis labios, el paisaje seguía igual que antes y eso me preocupaba mucho. —Eh.. Bueno.— Comenté, aunque la tormenta ahogaría mis palabras con facilidad. —Sí! Todo bi...— Un movimiento anormal e imprevisto me llevó al suelo, me aferré a la cuerda del animal, pero mi caída fue inevitable, solté las riendas para no malograr a la bestia, solo temía que se fuera corriendo.
—¡¿Keisuke-san, estas bien?! —
—¿QUÉÉÉ?— Grité porque no logré escuchar el susurro del peliblanco. —CREO QUE CHOCAMOS CON ALGO NO ESTOY SEGURO!— Comenté y me incorporé lentamente luchando con la fuerza del viento, las pequeñas piedras gélidas seguían golpeándome con fuerza, le di mi espalda al viento para evitar que algunas de ellas llegase a herir mi rostro con gravedad.
Me acerqué rápidamente al reno para volver a montarlo, sin embargo, me detuve antes a corroborar sí él podría seguir llevándome en su lomo. Acaricié su hocico con un suave movimiento. —¿Estás bien?— Murmuré esperando a que me entendiera, me agaché a verificar sus patas delanteras, aunque estaban cada vez más hundidas en la nieve sería cuestión de algunos minutos y volvernos a poner en marcha.
—CREO QUE NO TIENE NINGÚN DAÑO!— Comenté aunque no estaba del todo seguro de lo que decía. De todas formas volvería a buscar la manera de subirme, sí el animal me lo permitía claro y retomaría el rumbo al poblado, esa serían mis intenciones.
En mi mente se iban dibujando diversas complicaciones que podríamos tener, como vernos sepultados bajo varios metros de nieve y que nadie nos encontrase... Una muerte trágica...
—¡Permanece cerca de mi Keisuke-san! —
—¿Eh?— El lejano murmullo de Koutetsu me sacó de mis pensamientos, volteé a ver cuan lejos estábamos el uno del otro, una excelente idea, era mejor permanecer juntos. Guié al ciervo a su homólogo. —Será mejor que nos demos prisa!.— Vociferé, aunque me encontraba prácticamente al lado del moreno, el ruido de la ventisca contaminaba constantemente nuestros oídos.
Repentinamente sentí que el que nuestro avance disminuida, al parecer las monturas tenían algún tipo de dificultad, quizá la nieve estaba calando en sus huesos o que podría decir, el punto era que sus pasos se volvieron dificultosos, más mecánicos o algo así, seguramente la nieve estaba subiendo de nivel y por eso costaba más su desplazamiento. Mis ojos se centraban en el camino delante de nosotros, bueno lo escaso que podía ver, que era prácticamente una lejanía gris con muchas motas blancas empujadas por las fuertes corrientes aéreas, prácticamente todo un paisaje de fin del mundo, fin de nuestras vidas.
—¿Keisuke-san, como estas? —grito a todo pulmón, sintiendo como el aire helado penetraba en ellos y como las agujas de nieve castigaban su piel.
La ventisca iba creciente e implacable, incluso podía sentir como trozos de hielo atentaban contra mi ser y mi pobre reno, ¿estaría bien? ¿Estaría acostumbrado a este tipo de actividades? Dudé más de un segundo en responder, sobre todo porque no sabía sí estaba realmente bien, físicamente sí, pero... ¿Mi fortaleza mental donde estaba? ¿Mi voluntad? Relamí mis labios, el paisaje seguía igual que antes y eso me preocupaba mucho. —Eh.. Bueno.— Comenté, aunque la tormenta ahogaría mis palabras con facilidad. —Sí! Todo bi...— Un movimiento anormal e imprevisto me llevó al suelo, me aferré a la cuerda del animal, pero mi caída fue inevitable, solté las riendas para no malograr a la bestia, solo temía que se fuera corriendo.
—¡¿Keisuke-san, estas bien?! —
—¿QUÉÉÉ?— Grité porque no logré escuchar el susurro del peliblanco. —CREO QUE CHOCAMOS CON ALGO NO ESTOY SEGURO!— Comenté y me incorporé lentamente luchando con la fuerza del viento, las pequeñas piedras gélidas seguían golpeándome con fuerza, le di mi espalda al viento para evitar que algunas de ellas llegase a herir mi rostro con gravedad.
Me acerqué rápidamente al reno para volver a montarlo, sin embargo, me detuve antes a corroborar sí él podría seguir llevándome en su lomo. Acaricié su hocico con un suave movimiento. —¿Estás bien?— Murmuré esperando a que me entendiera, me agaché a verificar sus patas delanteras, aunque estaban cada vez más hundidas en la nieve sería cuestión de algunos minutos y volvernos a poner en marcha.
—CREO QUE NO TIENE NINGÚN DAÑO!— Comenté aunque no estaba del todo seguro de lo que decía. De todas formas volvería a buscar la manera de subirme, sí el animal me lo permitía claro y retomaría el rumbo al poblado, esa serían mis intenciones.