25/09/2017, 18:26
De pronto, los Uchiha pudieron escuchar una risa. Una risa gutural, divertida.
—¿Os lo estáis pasando bien, chicos? —dijo el Ichibi—. ¿Creéis que un triste genjutsu es una barrera que un bijuu no puede superar?
La realidad se hizo añicos. La realidad falsa, por supuesto. Allí estaban de nuevo, inmóviles frente al Shukaku, mirándose.
—Mira, Akame-kun, entiendo las dudas, claro que las entiendo —intentó camelar Shukaku—. Pero se me ha ocurrido algo que podrá sentenciar esto para siempre.
»Podéis preguntarle al propio Zoku si todo lo que os contó sobre la traición de Shiona y de Gouna es verdad. Podéis preguntarle hasta dónde llegan sus mentiras. Ofrecedle un Pacto de Sangre. Si no dice la verdad, que se muera. ¿No tendrá problemas en aceptar, no? ¿Ha sido totalmente honesto con vosotros, verdad?
»Porque eso no es lo que escuché mientras me sellaban dentro de su hijo.
Hubo un estallido. Zoku apareció en la dimensión, frente a ellos, avanzando a grandes zancadas hacia el Ichibi.
—¡¡Miserable rata!! —bramó—. ¡No le escuchéis! ¡Es un mentiroso! ¡Os dije que os engañaría!
—Vamos, formula el Pacto, Zoku.
Zoku se detuvo un momento.
—No puedo hacer eso —contestó.
—¿Y bien, chicos...? ¿Qué más pruebas necesitáis para...?
Zoku se dio la vuelta, encarándoles. Observó unos instantes a los Uchiha. Se agachó. Se agarró el cuero cabelludo unos instantes. Y perdió los estribos.
—¡Claro que era puta mentira, joder! Esta aldea se había convertido en la capital del País de las Flores y el Perfume. ¡Ay, jijí, qué bien me llevo con la Lluvia y con la Hierba, venga, vamos a hacer un torneo amistoso! ¡Paparruchas! Ame con un bijuu, y nosotros sin nada. ¡Podían atacarnos en cualquier momento!
El bijuu emitió una peligrosa onda de chakra, enfurecido. Zoku pareció ignorarle.
—Sí, planeaba matar a Shiona, pero alguien se me adelantó. Ese Haskoz sí que fue útil. Un buen ninja... sirvió a mis propósitos sin que siquiera lo supiera, ¡jajaja!
»¡Sí, maté a Yakisoba y maté a Gouna, y me inventé todo porque os escuché hablar de ellos gracias a mis espías! ¡Sabía que caeríais en el cuento, sí!
»¿Eso cambia algo? ¡Para nada! ¡Sois esclavos! ¡Sois meros peones! Vosotros servís... ¡para servirme a mí, y a la GLOOORIA DE UZUSHIOGAKURE!
»"¡¡Viva el Remolino!!", tendríais que gritar mientras exhibís vuestros grilletes con honor. Porque sólo sois siervos para un bien mayor.
Se paseó y se colocó más cerca de ellos dos. Tendió una mirada a Datsue.
—Si queríais ser algo más que un simple esclavo sin libertad, quizás no tendríais que haber elegido este oficio.
Tendió una mirada a Akame.
—Sólo porque tengáis un Doujutsu no significa que debáis ser shinobi.
—Ya lo habéis oído. Toda la verdad. De sus propios labios. ¡JIAAAAAJIAJIAJIAJIA!
Zoku tragó saliva. Le temblaban las manos. Tanto Akame como Datsue se dieron cuenta.
—¿Os lo estáis pasando bien, chicos? —dijo el Ichibi—. ¿Creéis que un triste genjutsu es una barrera que un bijuu no puede superar?
La realidad se hizo añicos. La realidad falsa, por supuesto. Allí estaban de nuevo, inmóviles frente al Shukaku, mirándose.
—Mira, Akame-kun, entiendo las dudas, claro que las entiendo —intentó camelar Shukaku—. Pero se me ha ocurrido algo que podrá sentenciar esto para siempre.
»Podéis preguntarle al propio Zoku si todo lo que os contó sobre la traición de Shiona y de Gouna es verdad. Podéis preguntarle hasta dónde llegan sus mentiras. Ofrecedle un Pacto de Sangre. Si no dice la verdad, que se muera. ¿No tendrá problemas en aceptar, no? ¿Ha sido totalmente honesto con vosotros, verdad?
»Porque eso no es lo que escuché mientras me sellaban dentro de su hijo.
Hubo un estallido. Zoku apareció en la dimensión, frente a ellos, avanzando a grandes zancadas hacia el Ichibi.
—¡¡Miserable rata!! —bramó—. ¡No le escuchéis! ¡Es un mentiroso! ¡Os dije que os engañaría!
—Vamos, formula el Pacto, Zoku.
Zoku se detuvo un momento.
—No puedo hacer eso —contestó.
—¿Y bien, chicos...? ¿Qué más pruebas necesitáis para...?
Zoku se dio la vuelta, encarándoles. Observó unos instantes a los Uchiha. Se agachó. Se agarró el cuero cabelludo unos instantes. Y perdió los estribos.
—¡Claro que era puta mentira, joder! Esta aldea se había convertido en la capital del País de las Flores y el Perfume. ¡Ay, jijí, qué bien me llevo con la Lluvia y con la Hierba, venga, vamos a hacer un torneo amistoso! ¡Paparruchas! Ame con un bijuu, y nosotros sin nada. ¡Podían atacarnos en cualquier momento!
El bijuu emitió una peligrosa onda de chakra, enfurecido. Zoku pareció ignorarle.
—Sí, planeaba matar a Shiona, pero alguien se me adelantó. Ese Haskoz sí que fue útil. Un buen ninja... sirvió a mis propósitos sin que siquiera lo supiera, ¡jajaja!
»¡Sí, maté a Yakisoba y maté a Gouna, y me inventé todo porque os escuché hablar de ellos gracias a mis espías! ¡Sabía que caeríais en el cuento, sí!
»¿Eso cambia algo? ¡Para nada! ¡Sois esclavos! ¡Sois meros peones! Vosotros servís... ¡para servirme a mí, y a la GLOOORIA DE UZUSHIOGAKURE!
»"¡¡Viva el Remolino!!", tendríais que gritar mientras exhibís vuestros grilletes con honor. Porque sólo sois siervos para un bien mayor.
Se paseó y se colocó más cerca de ellos dos. Tendió una mirada a Datsue.
—Si queríais ser algo más que un simple esclavo sin libertad, quizás no tendríais que haber elegido este oficio.
Tendió una mirada a Akame.
—Sólo porque tengáis un Doujutsu no significa que debáis ser shinobi.
—Ya lo habéis oído. Toda la verdad. De sus propios labios. ¡JIAAAAAJIAJIAJIAJIA!
Zoku tragó saliva. Le temblaban las manos. Tanto Akame como Datsue se dieron cuenta.
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