25/09/2017, 20:47
Cuando Akame calló por primera vez en aquella batalla dialéctica, supo que había dado en el clavo. Había tenido que recurrir, ni más ni menos, al arma más mortífera y potente que existía en aquel tipo de guerras. El punto débil de todo hombre y mujer: el amor.
Porque alguien como Akame, que envolvía su corazón con una casi inexpugnable muralla de piedra, o amaba o no amaba. O le importabas, o no lo hacías. No había tonos grises para él. No en aquello.
Por eso supo que lo tenía. Incluso antes de que el Ichibi rompiese su ilusión y propusiese una nueva idea. Una idea que probaría todas y cada una de sus palabras. Antes, incluso, de que Zoku entrase en su dimensión, encolerizado como un perro rabioso. Él siempre había demostrado ser un tipo duro y frío como el hielo. Pero el hielo no se podía doblar ni plegar, solo romper…
… Y la presión que había estado soportando hasta entonces parecía haberle hecho estallar.
Se sinceró. Se sinceró como quizá nunca se había sincerado en milenios. Reconoció sus mentiras. Reconoció sus traiciones. Por el bien mayor de Uzu, se escudó. Y les llamó esclavos. Esclavos que debían besar los grilletes de oro que portaban y agradecer su majestuosidad. A cada palabra que decía, al Uchiha se le estallaba una vena. Solo había habido una persona en todo Oonindo a la que hubiese odiado con tanta intensidad como a él. Aquella persona vivía en la Ribera del Sur, y la había intentado asesinar una vez...
...con Zoku no le bastaría con intentarlo.
—Si queríais ser algo más que un simple esclavo sin libertad, quizás no tendríais que haber elegido este oficio.
—Tienes razón —respondió, con inusitada franqueza y tranquilidad—. Aquello fue el error de un joven chico idealista… —miró al suelo, mientras los huesos de los puños emitieron un chasquido de tanto apretar—. En realidad, repaso mi vida y veo que todo fue un conjunto de malas decisiones. No porque no supiese que estaban mal a la hora de tomarlas, sino porque eran la vía más fácil —levantó la mirada, y en sus labios se logró distinguir el asomo de una sonrisa—. Pero por una puta vez en mi vida, voy a hacer lo correcto.
»Y, ¡oh! ¡Voy a disfrutar haciéndolo! ¡Ya lo creo que sí! —En aquel momento, por extraño que pudiese parecer, Uchiha Datsue no sintió miedo. Ni temor. Ni dudas. Tenía una convicción más allá de lo natural. Una fe absoluta, ciega. Fe en Akame, su compadre. Fe en sí mismo. Fe en cuál era su deber. Uchiha Datsue jamás se había sentido así, ni volvió a sentirse así en su vida. Nunca—. ¡Ichibi! —rugió, y elevó los brazos en cruz—. ¡Oh, yo te lo imploro! ¡DAME EL PODER PARA MATAR A UN KAGE!
Porque alguien como Akame, que envolvía su corazón con una casi inexpugnable muralla de piedra, o amaba o no amaba. O le importabas, o no lo hacías. No había tonos grises para él. No en aquello.
Por eso supo que lo tenía. Incluso antes de que el Ichibi rompiese su ilusión y propusiese una nueva idea. Una idea que probaría todas y cada una de sus palabras. Antes, incluso, de que Zoku entrase en su dimensión, encolerizado como un perro rabioso. Él siempre había demostrado ser un tipo duro y frío como el hielo. Pero el hielo no se podía doblar ni plegar, solo romper…
… Y la presión que había estado soportando hasta entonces parecía haberle hecho estallar.
Se sinceró. Se sinceró como quizá nunca se había sincerado en milenios. Reconoció sus mentiras. Reconoció sus traiciones. Por el bien mayor de Uzu, se escudó. Y les llamó esclavos. Esclavos que debían besar los grilletes de oro que portaban y agradecer su majestuosidad. A cada palabra que decía, al Uchiha se le estallaba una vena. Solo había habido una persona en todo Oonindo a la que hubiese odiado con tanta intensidad como a él. Aquella persona vivía en la Ribera del Sur, y la había intentado asesinar una vez...
...con Zoku no le bastaría con intentarlo.
—Si queríais ser algo más que un simple esclavo sin libertad, quizás no tendríais que haber elegido este oficio.
—Tienes razón —respondió, con inusitada franqueza y tranquilidad—. Aquello fue el error de un joven chico idealista… —miró al suelo, mientras los huesos de los puños emitieron un chasquido de tanto apretar—. En realidad, repaso mi vida y veo que todo fue un conjunto de malas decisiones. No porque no supiese que estaban mal a la hora de tomarlas, sino porque eran la vía más fácil —levantó la mirada, y en sus labios se logró distinguir el asomo de una sonrisa—. Pero por una puta vez en mi vida, voy a hacer lo correcto.
»Y, ¡oh! ¡Voy a disfrutar haciéndolo! ¡Ya lo creo que sí! —En aquel momento, por extraño que pudiese parecer, Uchiha Datsue no sintió miedo. Ni temor. Ni dudas. Tenía una convicción más allá de lo natural. Una fe absoluta, ciega. Fe en Akame, su compadre. Fe en sí mismo. Fe en cuál era su deber. Uchiha Datsue jamás se había sentido así, ni volvió a sentirse así en su vida. Nunca—. ¡Ichibi! —rugió, y elevó los brazos en cruz—. ¡Oh, yo te lo imploro! ¡DAME EL PODER PARA MATAR A UN KAGE!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado