27/07/2015, 11:03
Había visto anteriormente a Masa emplear técnicas del elemento viento, algo que resultaría verdaderamente idóneo para intentar zafarnos de aquella nube de muerte, nunca me había visto envuelto en una situación como ésta, solo esperaba poder salir vivo para contarlo. Pero para mi sorpresa, su compañero de villa también poseía técnicas de elemento viento, que con unos pocos sellos de su parte, ejecutó una técnica que desató una potente oleada de viento que hizo retroceder no solo la nube tóxica, sino aquella minúscula legión de arañas artificiales.
Aquel combate era completamente real, ese viejo quería matarnos a toda costa, incluso a costa de su propia vida, puesto que permanecía dentro de la nube que el mismo desató como si nada. Algo totalmente inverosímil, ya que el mismo dijo que nos quería matar para convertirnos en marionetas y ¿Como lo haría estando muerto? al final llegué a la conclusión que se trataban de delirios de un viejo senil, que tristemente pertenece o perteneció a Kusagakure.
Por fortuna, Masa no era tan cobarde como pensé en un primer momento, y su compañero que dominaba aquel exótico y singular arte de emplear marionetas de combate, era también muy resuelto en una pelea real, esperaba que no acabara igual que aquel viejales, loco como una regadera. Una vez detonaron las bombas, aquel clon se desvaneció irremediablemente, Masa logró escapar de la atadura del escorpión marioneta, sin embargo, mi fortuna era bien distinta a la de los shinobis de Uzushiogakure, aquella marioneta no estuvo controlada en ningún momento por aquel dichoso clon del abuelo, sino por el mismo abuelo. La pinza que aún conservaba aquella marioneta de guerra me agarró sin yo si quiera esperarme reacción alguna por su parte y me lanzó hacía el interior de aquella nube vomitiva.
"Maldición..." Pensaba mientras tomaba una bocanada de aire limpio antes de entrar en el interior de la zona tóxica. Pero para rematar, en el interior, me aguardaban aquellas arañas, que cuando mi cuerpo alcanzó el suelo, se abalanzaron sobre mí como si fuera su último festín. Comenzaron a picotearme no se cuantas veces, pero nada más alcanzar el suelo, reaccioné rápido gracias a un insuflo de adrenalina al estar mi vida en juego. Me incorporé me quité todas las arañas que pude mientras comencé la carrera más importante de mi corta vida, hacía la salida de aquel sótano de la muerte.
Con mis dos últimas bombas preparadas en caso de que aquel escorpión me impidiese la huida, si no había nada que me lo impidiera, saldría por aquel agujero que había en el techo. Con ansias de poder respirar aire puro.
Aquel combate era completamente real, ese viejo quería matarnos a toda costa, incluso a costa de su propia vida, puesto que permanecía dentro de la nube que el mismo desató como si nada. Algo totalmente inverosímil, ya que el mismo dijo que nos quería matar para convertirnos en marionetas y ¿Como lo haría estando muerto? al final llegué a la conclusión que se trataban de delirios de un viejo senil, que tristemente pertenece o perteneció a Kusagakure.
Por fortuna, Masa no era tan cobarde como pensé en un primer momento, y su compañero que dominaba aquel exótico y singular arte de emplear marionetas de combate, era también muy resuelto en una pelea real, esperaba que no acabara igual que aquel viejales, loco como una regadera. Una vez detonaron las bombas, aquel clon se desvaneció irremediablemente, Masa logró escapar de la atadura del escorpión marioneta, sin embargo, mi fortuna era bien distinta a la de los shinobis de Uzushiogakure, aquella marioneta no estuvo controlada en ningún momento por aquel dichoso clon del abuelo, sino por el mismo abuelo. La pinza que aún conservaba aquella marioneta de guerra me agarró sin yo si quiera esperarme reacción alguna por su parte y me lanzó hacía el interior de aquella nube vomitiva.
"Maldición..." Pensaba mientras tomaba una bocanada de aire limpio antes de entrar en el interior de la zona tóxica. Pero para rematar, en el interior, me aguardaban aquellas arañas, que cuando mi cuerpo alcanzó el suelo, se abalanzaron sobre mí como si fuera su último festín. Comenzaron a picotearme no se cuantas veces, pero nada más alcanzar el suelo, reaccioné rápido gracias a un insuflo de adrenalina al estar mi vida en juego. Me incorporé me quité todas las arañas que pude mientras comencé la carrera más importante de mi corta vida, hacía la salida de aquel sótano de la muerte.
Con mis dos últimas bombas preparadas en caso de que aquel escorpión me impidiese la huida, si no había nada que me lo impidiera, saldría por aquel agujero que había en el techo. Con ansias de poder respirar aire puro.