25/09/2017, 23:09
Y entonces oyó la voz de Mogura a sus espaldas:
—Ayame-san... —la llamó el chico, mientras se reincorporaba, y ella se giró de inmediato hacia él.
Estaba completamente empapado, otra vez, por lo que era muy presumible que Shanise había vuelto a utilizar sus artes especiales para despertarle. Ayame se sintió profundamente aliviada. No parecía haber resultado herido de ninguna manera. Y no pudo resistirlo por más tiempo. Olvidó todo tipo de formalismos y corrió hacia Shanise y Mogura, saltó sobre ellos y les abrazó con fuerza.
—¡Menos mal que estáis bien! —exclamó, llena de felicidad. Y fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había hecho y se separó rápidamente. El esfuerzo disparó un pinchazo en la espalda de Ayame, que contrajo el gesto momentáneamente. Sin embargo, con una risilla nerviosa, ignoró aquel hecho y se llevó la mano a la nuca—. Yo... lo siento, me he dejado llevar.
Era extraño, porque además del dolor en la espalda también sentía agujetas en el abdomen, las costillas y las mejillas. Como si se hubiera estado riendo un buen rato...
—Por un momento creí que había sido derrotada... me alegro mucho de haber estado equivocado, Ayame-san. —agregó Mogura, con una ligera sonrisa que hasta el momento no había visto en su gesto.
—Yo... ¿Derrotada...? ¿Por qué...? —preguntó Ayame, genuinamente confundida. Realmente, no recordar lo que había pasado le estaba resultando muy frustrante.
Pero entonces Mogura se volvió hacia la jonin:
—¿Cómo se encuentra, Shanise-san?
Y aquella pregunta disparó un recuerdo en la mente de Ayame.
—¡Es cierto! ¿Cómo se encuentra? El chidori... —agregó, haciendo referencia a aquella técnica tan letal para ellas dos.