26/09/2017, 21:17
—¿Cómo se encuentra, Shanise-san?
—¡Es cierto! ¿Cómo se encuentra? El chidori...
Shanise sonrió. Dio un paso adelante, y volvió a formar el abrazo a tres. Los apretó bien fuerte contra su pecho, y dejó que las lágrimas discurrieran libremente.
—B-bien... ¡Mejor q-que nunca, chicos! Mejor que nunca... Todo ha salido bien...
Shanise se dejó caer en la cama de la tienda de campaña y soltó un suspiro de alivio que llenó toda aquella peculiar sala falsa.
—¡AAAAaaaahhh! Joder, qué a gusto.
Habían viajado durante todo el día. Esta vez, en lugar de acampar en Shinogi-to, se habían apartado del camino y habían desplegado la tienda de campaña en mitad de un lago, oculto entre unos riscos rocosos. Allí, probablemente nadie les molestaría.
La noche y el entorno les refugiaba. Y esta vez, en lugar de montar guardias, la mujer había colocado una serie de complicados sellados alrededor del lago. Nadie podría cruzar dentro de la tienda si no retiraba todas aquellas etiquetas a la vez.
Por eso, creyéndose bien merecido el descanso, volvió a suspirar.
—Pero antes tenemos que cenar. Mogura-san, ¿te queda pastel de fresa?
—¡Es cierto! ¿Cómo se encuentra? El chidori...
Shanise sonrió. Dio un paso adelante, y volvió a formar el abrazo a tres. Los apretó bien fuerte contra su pecho, y dejó que las lágrimas discurrieran libremente.
—B-bien... ¡Mejor q-que nunca, chicos! Mejor que nunca... Todo ha salido bien...
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Shanise se dejó caer en la cama de la tienda de campaña y soltó un suspiro de alivio que llenó toda aquella peculiar sala falsa.
—¡AAAAaaaahhh! Joder, qué a gusto.
Habían viajado durante todo el día. Esta vez, en lugar de acampar en Shinogi-to, se habían apartado del camino y habían desplegado la tienda de campaña en mitad de un lago, oculto entre unos riscos rocosos. Allí, probablemente nadie les molestaría.
La noche y el entorno les refugiaba. Y esta vez, en lugar de montar guardias, la mujer había colocado una serie de complicados sellados alrededor del lago. Nadie podría cruzar dentro de la tienda si no retiraba todas aquellas etiquetas a la vez.
Por eso, creyéndose bien merecido el descanso, volvió a suspirar.
—Pero antes tenemos que cenar. Mogura-san, ¿te queda pastel de fresa?
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