27/07/2015, 16:34
Corrí y corrí y el trayecto que debía realizar hacía la salida parecía que nunca llegaba, como si el tiempo se hubiera detenido, todo iba a cámara lenta. Me encontraba realmente mal, los ojos me escocían como nunca, vidriosos a causa de aquel gas morado que me dificultaba la visión. Aquellas arañitas parecían que también iban equipadas con venenos porque ahí donde me picaron, me picaba horrores, y comenzaba a encontrarme realmente mal, peor que mal.
No ocupaba mi mente con pensamientos, había centrado todo mi ser en aquella tarea, la de salir de aquel lugar. Y de repente, sin que nadie me lo impidiera, salí por aquel agujero acompañado de aquel gas que salió como una chimenea hacía el cielo, dispersándose en el aire. Me aparté unos metros y caí de rodillas al suelo tosiendo con fuerza, una tos seca e intensa que parecía que me iban a salir los pulmones por la boca.
Estaba comenzando a marearme, mi cuerpo abrazó el suelo sin ofrecer resistencia. El veneno o lo que quiera que fuera empezó a recorrer mi torrente sanguíneo, llegando a mis órganos, y ahí es donde comenzó mi calvario, el dolor se intensificó de tal manera que me retorcía del dolor, emitiendo débiles quejidos. Me puse en posición fetal y comencé a soltar un esputo amarillento que me salía por la boca y nariz cuando tosía, los ojos los tenía inyectados en sangre y lacrimosos por aquel gas.
Estaba fuera de combate, al menos durante un rato, sin poder llevar a cabo ninguna acción.
No ocupaba mi mente con pensamientos, había centrado todo mi ser en aquella tarea, la de salir de aquel lugar. Y de repente, sin que nadie me lo impidiera, salí por aquel agujero acompañado de aquel gas que salió como una chimenea hacía el cielo, dispersándose en el aire. Me aparté unos metros y caí de rodillas al suelo tosiendo con fuerza, una tos seca e intensa que parecía que me iban a salir los pulmones por la boca.
Estaba comenzando a marearme, mi cuerpo abrazó el suelo sin ofrecer resistencia. El veneno o lo que quiera que fuera empezó a recorrer mi torrente sanguíneo, llegando a mis órganos, y ahí es donde comenzó mi calvario, el dolor se intensificó de tal manera que me retorcía del dolor, emitiendo débiles quejidos. Me puse en posición fetal y comencé a soltar un esputo amarillento que me salía por la boca y nariz cuando tosía, los ojos los tenía inyectados en sangre y lacrimosos por aquel gas.
Estaba fuera de combate, al menos durante un rato, sin poder llevar a cabo ninguna acción.