27/09/2017, 01:33
(Última modificación: 27/09/2017, 01:34 por Uchiha Datsue.)
Pasado el chasco inicial, el Uchiha se encontró frente a un tipo bastante… enervado. Con voz agitada y maneras bruscas, le arrojó una revista fina a los pies. Apenas tuvo que mirarla de reojo para reconocerla. Después de todo, la había parido él.
—Yota, no entiendo que… —«¿Qué tiene que ver la revista contigo?»
Pero el kusareño le interrumpió en seguida, instándole a que subiese a la habitación para terminar de vestirse. ¡Incluso insistió en acompañarle él mismo!
—No te tenía por un chico tan lanzado, Yota-kun —le guiñó un ojo, y se hizo el sonrojado—. Sin preliminares ni invitarme al menos a una copa, ¡y ya quieres llevarme a la cama! —rio a carcajada suelta. Ni de coña iba a permitir que un kusareño entrase en su habitación, y menos uno enfadado. Ya había aprendido la lección con Akame el otro día, cuando casi le rebanaba el pescuezo con una katana. A la gente enfadada, mejor tenerla en lugares públicos, donde hubiese más ojos que viesen.
»Vamos, vamos. No sé lo que ha sido, pero seguro que fue un malentendido —le señaló unos sofás con la mano, donde podían sentarse cómodamente en la sala común, vacía en aquel momento—. No te preocupes por la ropa… —Empezó a tocarse la espalda con ambas manos, como si estuviese tratando de rascarse un punto que no llegase a alcanzar—. Seguro… que… encuentro… ¡Ah, aquí está! ¡Las maravillas del fuuinjutsu, amigo mío! —De la nada, Datsue tenía ahora una camisa de tiras, gris. Se la acercó a la cara, la olfateó, y arrugó la nariz. Luego, se encogió de hombros—. Podría haber sido peor —terminó por resumir, vistiéndosela sobre el torso.
—Yota, no entiendo que… —«¿Qué tiene que ver la revista contigo?»
Pero el kusareño le interrumpió en seguida, instándole a que subiese a la habitación para terminar de vestirse. ¡Incluso insistió en acompañarle él mismo!
—No te tenía por un chico tan lanzado, Yota-kun —le guiñó un ojo, y se hizo el sonrojado—. Sin preliminares ni invitarme al menos a una copa, ¡y ya quieres llevarme a la cama! —rio a carcajada suelta. Ni de coña iba a permitir que un kusareño entrase en su habitación, y menos uno enfadado. Ya había aprendido la lección con Akame el otro día, cuando casi le rebanaba el pescuezo con una katana. A la gente enfadada, mejor tenerla en lugares públicos, donde hubiese más ojos que viesen.
»Vamos, vamos. No sé lo que ha sido, pero seguro que fue un malentendido —le señaló unos sofás con la mano, donde podían sentarse cómodamente en la sala común, vacía en aquel momento—. No te preocupes por la ropa… —Empezó a tocarse la espalda con ambas manos, como si estuviese tratando de rascarse un punto que no llegase a alcanzar—. Seguro… que… encuentro… ¡Ah, aquí está! ¡Las maravillas del fuuinjutsu, amigo mío! —De la nada, Datsue tenía ahora una camisa de tiras, gris. Se la acercó a la cara, la olfateó, y arrugó la nariz. Luego, se encogió de hombros—. Podría haber sido peor —terminó por resumir, vistiéndosela sobre el torso.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado