27/09/2017, 22:00
Rasen rechazó formalmente los gestos de sumo respeto que los genin estaban mostrándole, enseñándoles la palma de la mano a modo tranquilizador.
—Oh, tranquilos, tranquilos —dijo, afable—. Guau. La verdad, espero que los demás habitantes de Uzushiogakure me tomen tan en serio como vosotros cuando anuncie que Hanabi-kun será el nuevo Uzukage.
Los ojos del Daimyo fueron a parar entonces a Datsue, y brillaron a la luz de la lámpara con astucia.
—Por cierto, muchacho. Creo que eso que sostienes en la mano no te pertenece. —Señaló al sombrero de Uzukage que, para sorpresa de todos los presentes, quizás demasiado absortos en el grueso de los problemas de la aldea, todavía sujetaba el Uchiha en su mano derecha. Extendió la mano para cogerlo.
Se acercó a Hanabi y le plantó el sombrero en la cabeza.
—Mañana zanjaremos todo esto con celeridad —dijo—. La mayoría de los shinobi de la aldea se arrojarán en brazos de la paz. Evidentemente, la transición no va a ser fácil —negó con la cabeza—. Pero tarde y temprano la gente que todavía tenga ánimos para cuestionar el nuevo mandato se cansará. Todo el mundo tiene familia y amigos con los que compartir la alegría de la vida y la paz. Con Shiona tuvimos de eso, mucho de eso. La mujer sobrevivió a toda una generación, y la siguiente creció bajo sus ideales. Sospecho, incluso, que si no hubiera muerto en combate, me habría sobrevivido hasta a mí.
Rasen se permitió reír un rato.
—Cuando pruebas la paz, sólo te hace falta un sorbo de guerra para anhelarla desesperadamente. Cuando vives en el orden, un sólo vendaval caótico te hace querer formar en fila de nuevo, y vivir tranquilamente. Esa es la verdad.
»El caos es atractivo y, permítanme la vulgaridad, incluso sexy. Pero solo han hecho falta tres días de Zoku para que todo el mundo eche de menos cualquier otra cosa. Sus argumentos, en saco roto.
—Akame-kun. Datsue-kun. Antes de nada, tenéis que tener en cuenta una cosa —intervino Hanabi—. Debéis saber que anunciaremos lo que os ha hecho Zoku. Si se enteran más tarde, van a pensar que sellamos al Ichibi nosotros mismos.
»Sin embargo, la versión oficial de los hechos es que Rasen-sama dio la orden de ejecutar a Zoku él mismo. Vosotros sólo érais rehenes. ¿Me habéis oído? Víctimas. Nos conviene, os conviene, y conviene a la aldea que sea así.
»¿Alguna objeción?
—Es lo que hemos planeado, pero no queremos daros la sensación de que os estamos manejando igual que Zoku. Si tenéis algo que contradecir al respecto, decidlo ahora.
—Oh, tranquilos, tranquilos —dijo, afable—. Guau. La verdad, espero que los demás habitantes de Uzushiogakure me tomen tan en serio como vosotros cuando anuncie que Hanabi-kun será el nuevo Uzukage.
Los ojos del Daimyo fueron a parar entonces a Datsue, y brillaron a la luz de la lámpara con astucia.
—Por cierto, muchacho. Creo que eso que sostienes en la mano no te pertenece. —Señaló al sombrero de Uzukage que, para sorpresa de todos los presentes, quizás demasiado absortos en el grueso de los problemas de la aldea, todavía sujetaba el Uchiha en su mano derecha. Extendió la mano para cogerlo.
Se acercó a Hanabi y le plantó el sombrero en la cabeza.
—Mañana zanjaremos todo esto con celeridad —dijo—. La mayoría de los shinobi de la aldea se arrojarán en brazos de la paz. Evidentemente, la transición no va a ser fácil —negó con la cabeza—. Pero tarde y temprano la gente que todavía tenga ánimos para cuestionar el nuevo mandato se cansará. Todo el mundo tiene familia y amigos con los que compartir la alegría de la vida y la paz. Con Shiona tuvimos de eso, mucho de eso. La mujer sobrevivió a toda una generación, y la siguiente creció bajo sus ideales. Sospecho, incluso, que si no hubiera muerto en combate, me habría sobrevivido hasta a mí.
Rasen se permitió reír un rato.
—Cuando pruebas la paz, sólo te hace falta un sorbo de guerra para anhelarla desesperadamente. Cuando vives en el orden, un sólo vendaval caótico te hace querer formar en fila de nuevo, y vivir tranquilamente. Esa es la verdad.
»El caos es atractivo y, permítanme la vulgaridad, incluso sexy. Pero solo han hecho falta tres días de Zoku para que todo el mundo eche de menos cualquier otra cosa. Sus argumentos, en saco roto.
—Akame-kun. Datsue-kun. Antes de nada, tenéis que tener en cuenta una cosa —intervino Hanabi—. Debéis saber que anunciaremos lo que os ha hecho Zoku. Si se enteran más tarde, van a pensar que sellamos al Ichibi nosotros mismos.
»Sin embargo, la versión oficial de los hechos es que Rasen-sama dio la orden de ejecutar a Zoku él mismo. Vosotros sólo érais rehenes. ¿Me habéis oído? Víctimas. Nos conviene, os conviene, y conviene a la aldea que sea así.
»¿Alguna objeción?
—Es lo que hemos planeado, pero no queremos daros la sensación de que os estamos manejando igual que Zoku. Si tenéis algo que contradecir al respecto, decidlo ahora.
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