27/09/2017, 23:39
(Última modificación: 27/09/2017, 23:41 por Uchiha Datsue.)
—Oh, sí, perdone —se excusó Datsue, cuando el Señor Feudal le pidió el sombrero de Uzukage. A decir verdad, hasta él mismo se había olvidado de que lo tenía, manteniéndolo sujeto más bien por puro acto reflejo—. Lo tomé para que no se… destruyese con el fuego.
El sombrero pasó de sus manos al Señor Feudal, y de éste, a la cabeza de Sarutobi Hanabi. Así de fácil fue.
«Hmm… A mí me sentaba mejor» Un comentario crítico que tuvo a bien no verbalizar.
Seguidamente, trató de poner toda su atención en lo que decía el Daimyo. Estaba cansado. Muy cansado. Habían pasado por un horror inimaginable. Habían descubierto que tenían una bestia en su interior. Habían matado a un Kage. Y habían visto coronarse a otro. Demasiadas emociones fuertes en un mismo día. Pero aún así, se obligó a escucharle, y a grabar a fuego en su mente cada palabra que decía.
El Uchiha abrió la boca en cierto punto. Concretamente, cuando Hanabi les indicó que no se sabría que habían sido ellos los asesinos de Zoku. Un shinobi modesto, que valorase la tranquilidad y la calma, hubiese asentido con alegría ante tal noticia. Un shinobi con un código de moral tan férreo como el de un samurái, hubiese bajado la mirada, avergonzado, pero agradecido al mismo tiempo. Matar a un Kage, por muy traidor que pudiese ser, no tenía demasiado de honorable.
Pero Uchiha Datsue no era ninguna de las dos cosas. Él era un shinobi vanidoso, presumido y al que le gustaba vanagloriarse. Durante aquellos días, el miedo, la tensión y el terror habían mantenido a raya su verdadera naturaleza. Pero ahora que ya empezaba a encontrarse a salvo…
«Pero, ¿cómo estrenaré entonces mi nuevo apodo: Datsue el Matakages? ¡Esto es una estafa! ¡Se suponía que si uno hacía las cosas bien, al final se vería recompensado!»
—Sí, tienes razón, Akame —dijo, expresando su acuerdo con su compañero. No debía haber más muertes. Pero aquello era lo obvio, en lo que todo el mundo, ahora sí, parecía estar de acuerdo. Pero el Uchiha pensaba distinto en otra cosa…—. Y respecto a lo que nos dijo, Hanabi… Hanabi-sama —se corrigió al instante, al recordar que ahora no era tan solo un jounnin, sino el mismísimo Uzukage—. Bueno, más que una objeción, me gustaría compartir una opinión con ustedes —se pasó la lengua por los labios—. Verán… si algo creo he aprendido este día, es que las mentiras no llegan a ninguna parte. Tarde o temprano, acaban saliendo a la luz, como se ha podido comprobar hoy. Lo que quiero decir es… Entiendo que pueda ser bueno mentir sobre el verdadero autor del asesinato de Zoku —Ellos se llevaban la gloria y los vítores por héroes, y reforzaban su posición bajo el sombrero. Datsue y Akame, por otra parte… ¿En qué les beneficiaba a ellos? Semanas más tarde, hablando con su compadre, el Uchiha se daría cuenta de algunos puntos a favor sobre aquello. Pero, en aquel momento, simplemente no veía ninguno. No ahora que Zoku iba a quedar como el traidor que había sido—, pero considero que puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Quizá alguien nos vio. Quizá incluso tomó justo una fotografía en ese momento, como ese informador anónimo. O los guardias —se acordó Datsue, de pronto—. Entraron dos guardias justo cuando salíamos de la habitación. Juraría que no nos vieron… pero no podría poner las manos en el fuego por ello. Lo que quiero decir es… ¿Por qué arriesgarse a mentir? Si sale a la luz, la gente podría volver a tener sus sospechas. Alimentaríamos teorías conspiranoicas. Alimentaríamos a los que eran fieles al propio Zoku. Y, lo que es tan grave o más, haríamos creer a la gente que esta nueva era de paz y armonía que queremos construir empezó con una mentira.
»En mi opinión, no merece la pena, y por mi parte estoy dispuesto a aceptar la responsabilidad de lo que conlleva la verdad —hizo una reverencia profunda, mientras repasaba mentalmente sus palabras. ¿Había sido demasiado osado? ¿Demasiado descarado? Supuso que estaba a punto de descubrirlo—. Pero es solo mi más humilde opinión, por supuesto.
El sombrero pasó de sus manos al Señor Feudal, y de éste, a la cabeza de Sarutobi Hanabi. Así de fácil fue.
«Hmm… A mí me sentaba mejor» Un comentario crítico que tuvo a bien no verbalizar.
Seguidamente, trató de poner toda su atención en lo que decía el Daimyo. Estaba cansado. Muy cansado. Habían pasado por un horror inimaginable. Habían descubierto que tenían una bestia en su interior. Habían matado a un Kage. Y habían visto coronarse a otro. Demasiadas emociones fuertes en un mismo día. Pero aún así, se obligó a escucharle, y a grabar a fuego en su mente cada palabra que decía.
El Uchiha abrió la boca en cierto punto. Concretamente, cuando Hanabi les indicó que no se sabría que habían sido ellos los asesinos de Zoku. Un shinobi modesto, que valorase la tranquilidad y la calma, hubiese asentido con alegría ante tal noticia. Un shinobi con un código de moral tan férreo como el de un samurái, hubiese bajado la mirada, avergonzado, pero agradecido al mismo tiempo. Matar a un Kage, por muy traidor que pudiese ser, no tenía demasiado de honorable.
Pero Uchiha Datsue no era ninguna de las dos cosas. Él era un shinobi vanidoso, presumido y al que le gustaba vanagloriarse. Durante aquellos días, el miedo, la tensión y el terror habían mantenido a raya su verdadera naturaleza. Pero ahora que ya empezaba a encontrarse a salvo…
«Pero, ¿cómo estrenaré entonces mi nuevo apodo: Datsue el Matakages? ¡Esto es una estafa! ¡Se suponía que si uno hacía las cosas bien, al final se vería recompensado!»
—Sí, tienes razón, Akame —dijo, expresando su acuerdo con su compañero. No debía haber más muertes. Pero aquello era lo obvio, en lo que todo el mundo, ahora sí, parecía estar de acuerdo. Pero el Uchiha pensaba distinto en otra cosa…—. Y respecto a lo que nos dijo, Hanabi… Hanabi-sama —se corrigió al instante, al recordar que ahora no era tan solo un jounnin, sino el mismísimo Uzukage—. Bueno, más que una objeción, me gustaría compartir una opinión con ustedes —se pasó la lengua por los labios—. Verán… si algo creo he aprendido este día, es que las mentiras no llegan a ninguna parte. Tarde o temprano, acaban saliendo a la luz, como se ha podido comprobar hoy. Lo que quiero decir es… Entiendo que pueda ser bueno mentir sobre el verdadero autor del asesinato de Zoku —Ellos se llevaban la gloria y los vítores por héroes, y reforzaban su posición bajo el sombrero. Datsue y Akame, por otra parte… ¿En qué les beneficiaba a ellos? Semanas más tarde, hablando con su compadre, el Uchiha se daría cuenta de algunos puntos a favor sobre aquello. Pero, en aquel momento, simplemente no veía ninguno. No ahora que Zoku iba a quedar como el traidor que había sido—, pero considero que puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Quizá alguien nos vio. Quizá incluso tomó justo una fotografía en ese momento, como ese informador anónimo. O los guardias —se acordó Datsue, de pronto—. Entraron dos guardias justo cuando salíamos de la habitación. Juraría que no nos vieron… pero no podría poner las manos en el fuego por ello. Lo que quiero decir es… ¿Por qué arriesgarse a mentir? Si sale a la luz, la gente podría volver a tener sus sospechas. Alimentaríamos teorías conspiranoicas. Alimentaríamos a los que eran fieles al propio Zoku. Y, lo que es tan grave o más, haríamos creer a la gente que esta nueva era de paz y armonía que queremos construir empezó con una mentira.
»En mi opinión, no merece la pena, y por mi parte estoy dispuesto a aceptar la responsabilidad de lo que conlleva la verdad —hizo una reverencia profunda, mientras repasaba mentalmente sus palabras. ¿Había sido demasiado osado? ¿Demasiado descarado? Supuso que estaba a punto de descubrirlo—. Pero es solo mi más humilde opinión, por supuesto.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado