28/09/2017, 16:18
Podían dar gracias a todos los dioses habidos y por haber que al fin pudieran tener una noche de calma. Nadie interrumpió su sueño, nadie intentó secuestrar a nadie, no había ningún hilo que sellar. Simplemente durmieron del tirón y, al despuntar el alba, retomaron el viaje.
Ayame, habiendo descansado como su cuerpo pedía, se había levantado de buen humor. Y ni siquiera la torrencial tormenta que les acogió cuando comenzaron a acercarse a Amegakure consiguió nublarla. Después de todo, ella era el agua. ¿Cómo iba a molestarle la lluvia?
Aunque alguien de su familia no parecía estar de acuerdo con esa afirmación.
—Chicos. Al fin hemos llegado —anunció Shanise de mala gana. Y pronto se dieron cuenta de que tenía razón. Sus pies abandonaron la suavidad de la hierba y dieron con la dureza del cemento del puente de entrada a Amegakure. Más allá, medio ocultos entre las nubes, los rascacielos se alzaban intentando arañarlas con sus largos dedos—. Me cago en la puta, cómo llueve hoy.
—Al fin en casa... —susurró Ayame, acelerando el paso de manera inconsciente. Hasta el momento, no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba a su padre, su hermano y a Daruu.
Recorrieron el puente, y pasaron junto a los dos pobres guardias que aguantaban como podían, estoicos, bajo la catarata que caía del cielo.
—Sha-Shanise-san. B-bienvenida. V-veo que la misión ha salido bien —dijo uno de ellos, tiritando.
—De-debería ir a ver a Y-Yui-sama —añadió su compañero.
—¿Está bastante molesta, verdad?
—El Y-Yamanaka encargado de las c-comunicaciones lleva dos d-días encerrado en prisión.
—OH, VENGA YA.
«¿Enfadada? ¿Por qué?» Pensó Ayame, confundida.
Enseguida lo sabrían. Y si creían que el chaparrón caía fuera, no tenían ni idea de lo que les esperaba dentro del edificio de la Arashikage.
—¡¡ME DICES QUE HAN INTENTADO SECUESTRAR A AYAME, QUE HAN INTENTADO MATARTE A TI, QUE CASI LO CONSIGUEN, Y LUEGO NO CONTACTAS CONMIGO EN TRES DÍAS!!
Ayame se estremeció cuando los gritos de Yui se vieron acompañados por un explosivo trueno. Arrodillada como estaba, se obligó a seguir con la mirada clavada en la tierra y a agachar aún más la cabeza.
—Lo siento, Yui-sama —se disculpó Shanise—. Como le he dicho, la comunicación se cortó. Ahora, si puede liberar al pobre Inoyama-san...
—¡Lo haré cuando termine con vosotros!
«Ya verás... Vamos a acabar con el pobre Inoyama-san... Ya verás...» Pensaba Ayame, aterrorizada.
...¡¡Y ENCIMA LUEGO EXPLOTA UNA PUTA BIJUDAMA EN EL CIELO COMO SI FUERAN FUEGOS ARTIFICIALES, Y YO AQUÍ PENSANDO QUE EL GOBI VENÍA HACIA AME, LIBERADO Y CON MI MEJOR NINJA MUERTA!! ¡¡O ALGO PEOR, CON LOS KAJITSU AL FRENTE!!
—Lo siento, Yui-sama.
—¡Podrías haber enviado una carta con una invocación o algo!
—No había tiempo. No se me ocurrió.
—¡Cállate!
—Sí, Yui-sama.
Se quedaron en silencio durante algunos segundos. Un silencio tan tenso que ponía los pelos de punta. Y Ayame tragó saliva con esfuerzo.
—Entonces, ¿el problema con los hilos está solucionado? En fin, supongo que con esto, hemos hecho algo por Gouna. Malditos kusajin... Qué hijos de puta.
«No me acordaba de eso... ¿Qué va a pasar ahora con las relaciones entre las aldeas?»
—¿Qué va a hacer al respecto, Yui-sama?
—De momento, nada. Excepto ser prudentes e intentar hablar con Uzushio para que Kusagakure no nos inculpe.
—Sí, es buena idea.
—No te he pedido opinión —bufó Yui.
—¿Pero sigo siendo tu consejera... no?
—Claro que sí, imbécil —rio Yui—. Anda, levantáos, que os va a salir una hernia en la espalda o algo.
Ayame dudó unos instantes, pero al final se levantó.
—Esto... Yui-sama... —murmuró Ayame, levantando la cabeza con cierta timidez. Jugueteaba con las manos—. Me gustaría preguntarle algo...
Tragó saliva de nuevo, y miró a su líder por debajo de las pestañas. Decidió soltarlo de golpe:
—¿Qué es el chakra natural?
Ayame, habiendo descansado como su cuerpo pedía, se había levantado de buen humor. Y ni siquiera la torrencial tormenta que les acogió cuando comenzaron a acercarse a Amegakure consiguió nublarla. Después de todo, ella era el agua. ¿Cómo iba a molestarle la lluvia?
Aunque alguien de su familia no parecía estar de acuerdo con esa afirmación.
—Chicos. Al fin hemos llegado —anunció Shanise de mala gana. Y pronto se dieron cuenta de que tenía razón. Sus pies abandonaron la suavidad de la hierba y dieron con la dureza del cemento del puente de entrada a Amegakure. Más allá, medio ocultos entre las nubes, los rascacielos se alzaban intentando arañarlas con sus largos dedos—. Me cago en la puta, cómo llueve hoy.
—Al fin en casa... —susurró Ayame, acelerando el paso de manera inconsciente. Hasta el momento, no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba a su padre, su hermano y a Daruu.
Recorrieron el puente, y pasaron junto a los dos pobres guardias que aguantaban como podían, estoicos, bajo la catarata que caía del cielo.
—Sha-Shanise-san. B-bienvenida. V-veo que la misión ha salido bien —dijo uno de ellos, tiritando.
—De-debería ir a ver a Y-Yui-sama —añadió su compañero.
—¿Está bastante molesta, verdad?
—El Y-Yamanaka encargado de las c-comunicaciones lleva dos d-días encerrado en prisión.
—OH, VENGA YA.
«¿Enfadada? ¿Por qué?» Pensó Ayame, confundida.
. . .
Enseguida lo sabrían. Y si creían que el chaparrón caía fuera, no tenían ni idea de lo que les esperaba dentro del edificio de la Arashikage.
—¡¡ME DICES QUE HAN INTENTADO SECUESTRAR A AYAME, QUE HAN INTENTADO MATARTE A TI, QUE CASI LO CONSIGUEN, Y LUEGO NO CONTACTAS CONMIGO EN TRES DÍAS!!
Ayame se estremeció cuando los gritos de Yui se vieron acompañados por un explosivo trueno. Arrodillada como estaba, se obligó a seguir con la mirada clavada en la tierra y a agachar aún más la cabeza.
—Lo siento, Yui-sama —se disculpó Shanise—. Como le he dicho, la comunicación se cortó. Ahora, si puede liberar al pobre Inoyama-san...
—¡Lo haré cuando termine con vosotros!
«Ya verás... Vamos a acabar con el pobre Inoyama-san... Ya verás...» Pensaba Ayame, aterrorizada.
...¡¡Y ENCIMA LUEGO EXPLOTA UNA PUTA BIJUDAMA EN EL CIELO COMO SI FUERAN FUEGOS ARTIFICIALES, Y YO AQUÍ PENSANDO QUE EL GOBI VENÍA HACIA AME, LIBERADO Y CON MI MEJOR NINJA MUERTA!! ¡¡O ALGO PEOR, CON LOS KAJITSU AL FRENTE!!
—Lo siento, Yui-sama.
—¡Podrías haber enviado una carta con una invocación o algo!
—No había tiempo. No se me ocurrió.
—¡Cállate!
—Sí, Yui-sama.
Se quedaron en silencio durante algunos segundos. Un silencio tan tenso que ponía los pelos de punta. Y Ayame tragó saliva con esfuerzo.
—Entonces, ¿el problema con los hilos está solucionado? En fin, supongo que con esto, hemos hecho algo por Gouna. Malditos kusajin... Qué hijos de puta.
«No me acordaba de eso... ¿Qué va a pasar ahora con las relaciones entre las aldeas?»
—¿Qué va a hacer al respecto, Yui-sama?
—De momento, nada. Excepto ser prudentes e intentar hablar con Uzushio para que Kusagakure no nos inculpe.
—Sí, es buena idea.
—No te he pedido opinión —bufó Yui.
—¿Pero sigo siendo tu consejera... no?
—Claro que sí, imbécil —rio Yui—. Anda, levantáos, que os va a salir una hernia en la espalda o algo.
Ayame dudó unos instantes, pero al final se levantó.
—Esto... Yui-sama... —murmuró Ayame, levantando la cabeza con cierta timidez. Jugueteaba con las manos—. Me gustaría preguntarle algo...
Tragó saliva de nuevo, y miró a su líder por debajo de las pestañas. Decidió soltarlo de golpe:
—¿Qué es el chakra natural?