29/09/2017, 17:30
Como la marea cuando sube, la plaza se fue llenando poco a poco de gente. Venían en grupos pequeños, de forma fluida y continua, hasta que llegado a cierto punto ya no cabía ni un alfiler. Datsue, como su compañero Akame, el Uzukage y el Daimyo, los contemplaba desde arriba, como haría Amateratsu con sus fieles. Sin embargo, pese a que en otro momento se hubiese sentido importante y poderoso, en aquel instante no pudo sentir más que nervios. No paraba de cambiar el peso del cuerpo de una pierna a otra, preguntándose si la pesadilla se convertiría en realidad. La pesadilla en la que todo el pueblo le acusaba de traidor, y le empujaba, le golpeaba, le arrancaba los ojos…
«Tranquilo, compañero. Eres un héroe. No me explico cómo lo conseguiste, pero lo eres. Empieza a actuar como tal»
A veces, una cosa era pensar algo, y otra muy distinta llegar a hacerlo. En aquel caso, sin embargo, disimuló bastante bien: echó los hombros hacia atrás; elevó la barbilla; y adoptó una postura marcial. Como además sabía que no era el centro de atención, pudo sobrellevar el discurso bastante bien. El Daimyo era un hombre que hablaba con claridad, con un mensaje directo pero pacífico, en el que no excluía a nadie, sino que intentaba hacer grupo. El nuevo Uzukage, por otra parte, transmitía seguridad y sinceridad, además de dejar entrever que los siguientes pasos de la Aldea estaban bien planificados, y que no habría lugar a la improvisación. Datsue echó en falta algo más de pasión por parte de ambos, esa misma pasión que Gouna había derrochado en cada gesto que hacía. Pero no se podía tener todo.
Entonces…
—Me gustaría hacer una mención de honor, a estos dos shinobi. Uchiha Akame y Uchiha Datsue, que Zoku convirtió en jinchuuriki y pretendió utilizar como un arma.
Tragó saliva, mientras se posicionaba a un lado del Daimyo. Tenía miedo de que le gente les chillase. De que les insultasen. De que les acusasen de traición. Nada de eso sucedió, pero lo que pasó tampoco fue mucho mejor. Tan solo rechazo, y un escueto aplauso desanimado, que le provocó un sabor agridulce en la boca. De la nada, como una chispa al prenderse, su miedo se convirtió en rabia.
¿Cómo era posible que no les aplaudiesen? ¿Qué no les alabasen? ¿Qué no besasen el suelo que pisaban? ¡Eran unos héroes! ¡Los salvadores de Uzu! ¿Y así se lo agradecían? De haber sido un ninja intrépido, le hubiese arrebatado el micrófono al Daimyo y hubiese dicho unas cuantas palabras. Pero no lo era, solo se hacía llamar así. Por eso, en su lugar, se mantuvo en silencio con una expresión contrariada, hasta que el Daimyo dio el discurso por terminado.
—Espero que no os arrepintáis de la decisión de contar la verdad, chicos —dijo, ya sin micro—. Creo que algunos lo agradecerán, pero también que otros os van a tener miedo. Incluso puede que os rechacen.
Estaba empezando a comprobar que así era. Por desgracia, su compañero Akame había tenido razón en aquello. Seguidamente, Hanabi les recomendó salir discretamente, y Akame se apresuró en agarrarle para llevarle con él. Datsue se dejó hacer.
—Me hubiese gustado decir unas palabras —murmuró, apenado, a su hermano. Luego, se encogió de hombros. Quizá fuese mejor así.
Abatido por el recibimiento, el Uchiha se fue de allí con los hombros caídos y la mirada baja. Habían desafiado a un Kage. Habían ejecutado a un traidor y opresor —luego de haberle reído las gracias, cierto—. Se habían convertido en los Hermanos del Desierto. Pero, por desgracia...
«...no en los Hermanos de la Espiral»
«Tranquilo, compañero. Eres un héroe. No me explico cómo lo conseguiste, pero lo eres. Empieza a actuar como tal»
A veces, una cosa era pensar algo, y otra muy distinta llegar a hacerlo. En aquel caso, sin embargo, disimuló bastante bien: echó los hombros hacia atrás; elevó la barbilla; y adoptó una postura marcial. Como además sabía que no era el centro de atención, pudo sobrellevar el discurso bastante bien. El Daimyo era un hombre que hablaba con claridad, con un mensaje directo pero pacífico, en el que no excluía a nadie, sino que intentaba hacer grupo. El nuevo Uzukage, por otra parte, transmitía seguridad y sinceridad, además de dejar entrever que los siguientes pasos de la Aldea estaban bien planificados, y que no habría lugar a la improvisación. Datsue echó en falta algo más de pasión por parte de ambos, esa misma pasión que Gouna había derrochado en cada gesto que hacía. Pero no se podía tener todo.
Entonces…
—Me gustaría hacer una mención de honor, a estos dos shinobi. Uchiha Akame y Uchiha Datsue, que Zoku convirtió en jinchuuriki y pretendió utilizar como un arma.
Tragó saliva, mientras se posicionaba a un lado del Daimyo. Tenía miedo de que le gente les chillase. De que les insultasen. De que les acusasen de traición. Nada de eso sucedió, pero lo que pasó tampoco fue mucho mejor. Tan solo rechazo, y un escueto aplauso desanimado, que le provocó un sabor agridulce en la boca. De la nada, como una chispa al prenderse, su miedo se convirtió en rabia.
¿Cómo era posible que no les aplaudiesen? ¿Qué no les alabasen? ¿Qué no besasen el suelo que pisaban? ¡Eran unos héroes! ¡Los salvadores de Uzu! ¿Y así se lo agradecían? De haber sido un ninja intrépido, le hubiese arrebatado el micrófono al Daimyo y hubiese dicho unas cuantas palabras. Pero no lo era, solo se hacía llamar así. Por eso, en su lugar, se mantuvo en silencio con una expresión contrariada, hasta que el Daimyo dio el discurso por terminado.
—Espero que no os arrepintáis de la decisión de contar la verdad, chicos —dijo, ya sin micro—. Creo que algunos lo agradecerán, pero también que otros os van a tener miedo. Incluso puede que os rechacen.
Estaba empezando a comprobar que así era. Por desgracia, su compañero Akame había tenido razón en aquello. Seguidamente, Hanabi les recomendó salir discretamente, y Akame se apresuró en agarrarle para llevarle con él. Datsue se dejó hacer.
—Me hubiese gustado decir unas palabras —murmuró, apenado, a su hermano. Luego, se encogió de hombros. Quizá fuese mejor así.
Abatido por el recibimiento, el Uchiha se fue de allí con los hombros caídos y la mirada baja. Habían desafiado a un Kage. Habían ejecutado a un traidor y opresor —luego de haberle reído las gracias, cierto—. Se habían convertido en los Hermanos del Desierto. Pero, por desgracia...
«...no en los Hermanos de la Espiral»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado