Tormenta en Kitanoya

[Sasagani Yota]

—Escucha muy bien lo que tengo que decirte, Yota-kun —explicó, tratando de mantener la calma—. Aquello parecía ser una sala de hospital clandestina. Había maquinaria avanzada que sólo he visto en Amegakure, y una silueta humana tapada por una sábana. Yo no sé si están traficando órganos o no, pero...

Joder, lo había dicho en serio y ahora estaba dando algo más de detalles. Me moría por curiosidad de saber qué narices llevaban a cabo en aquel antro de mala muerte. Incluso de darles una señora paliza. Pero la gran posibilidad de acabar muerto y convertido en un experimento más... me frenaba por completo.

—Cuando fuimos con la señora esa, recuerda que había dos tipos esperándonos junto a ella. No sé, no me huele a trigo limpio. Sea lo que sea lo que hacen con la gente allí abajo, yo quiero estar lo más lejos posible cuando suceda. De modo que...

»Me voy a ir a Nishinoya a relajarme. Y si alguna vez te apetece pizza, nos vamos a otro sitio. Yo a aquella falda de la montaña no me acerco.

»Ha sido un placer, Yota-kun. Espero que no nos crucemos en el torneo... Al menos hasta la final, ¿eh?

No, si razón no le faltaba. Pero después de aquello que no hay que olvidar que en aquel día fue idea de Daruu, me lo había revuelto todo. Sí, relajarse un poco podría servir para quitarse el mal cuerpo de encima.

— Sí, sí, ya lo sé. Yo tampoco quiero ser un experimento con patas. No tuvimos que ir a husmear, ¿Sabes? En fin... yo también iré a relajarme un poco, ¡Suerte en la próxima ronda! —

Esbocé la mejor de las sonrisas que podía mostrar y luego empecé a comer un caramelo para ayudar a ese proceso de relajación. Justo después me fui en dirección al lago partido, aquel era un gran lugar de relajación. Ya lo creo que lo era.