30/09/2017, 16:02
— Que grandes es el país del fuego... — murmuró Juro, para sí.
Juro, en ese momento, caminaba tranquilamente por las calles de Taikarune. Sus ojos, hambrientos, bebían del paisaje. No se perdía ningun detalle. Era la primera vez que llegaba a un sitio así.
Las casas estaban hechas de completa madera, cosa que le recordaba un poco a casa. Había visto la ciudad ladeada, el acantilado y el mar. Algo casi mágico para un chico que no había visto prácticamente mundo. Su visita ahí era la primera.
A partir de esa misma semana, su vida había cambiado. Tras el torneo, había decidido que ya no era un niño necesitado de su hermana para ir a todos los sitios. Si pudo llegar a los dojos, puede ir a cualquier sitio por sí mismo. Y ya era hora de conocer mundo. Hasta ahora, solo se había limitado a ver Kusagakure y poco más.
« Y claro esta, lo que se dice no esta mal... »
Juro había escuchado mucho de aquel lugar. ¿Y quien no? Un enorme museo que antes había sido el hogar del señor feudal, lleno de armas de todas las épocas.
— Quizá esto me de alguna idea para ti, Gen — murmuró otra vez. Sin embargo, se había olvidado. A su espalda, ya no había nada.
El joven paseaba tranquilamente por un sendero hecho de asfalto que encaminaba a la dirección del museo, como una persona normal y corriente. Había bastante gente a su alrededor, en ambas direcciones. La bandana de Kusagakure adornaba su frente, sin miedos. Su espalda, estaba libre de toda carga. Ya no parecía un jorobado, si no un ninja de estatura baja. En su cintura, ocultos bajo la camisa verde que llevaba, había dos pergaminos.
Juro, en ese momento, caminaba tranquilamente por las calles de Taikarune. Sus ojos, hambrientos, bebían del paisaje. No se perdía ningun detalle. Era la primera vez que llegaba a un sitio así.
Las casas estaban hechas de completa madera, cosa que le recordaba un poco a casa. Había visto la ciudad ladeada, el acantilado y el mar. Algo casi mágico para un chico que no había visto prácticamente mundo. Su visita ahí era la primera.
A partir de esa misma semana, su vida había cambiado. Tras el torneo, había decidido que ya no era un niño necesitado de su hermana para ir a todos los sitios. Si pudo llegar a los dojos, puede ir a cualquier sitio por sí mismo. Y ya era hora de conocer mundo. Hasta ahora, solo se había limitado a ver Kusagakure y poco más.
« Y claro esta, lo que se dice no esta mal... »
Juro había escuchado mucho de aquel lugar. ¿Y quien no? Un enorme museo que antes había sido el hogar del señor feudal, lleno de armas de todas las épocas.
— Quizá esto me de alguna idea para ti, Gen — murmuró otra vez. Sin embargo, se había olvidado. A su espalda, ya no había nada.
El joven paseaba tranquilamente por un sendero hecho de asfalto que encaminaba a la dirección del museo, como una persona normal y corriente. Había bastante gente a su alrededor, en ambas direcciones. La bandana de Kusagakure adornaba su frente, sin miedos. Su espalda, estaba libre de toda carga. Ya no parecía un jorobado, si no un ninja de estatura baja. En su cintura, ocultos bajo la camisa verde que llevaba, había dos pergaminos.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60