30/09/2017, 23:20
—Escuche, disculpe mi actitud de antes, sé que está pasando por un momento duro y no le culpo, pero me hirvió la sangre cuando infravaloro a mi compañero de oficio. —Había que intentar calmarlo primero, y si funcionaba, igual me contestaba a las preguntas. —Mire, si colabora conmigo respondiendo a mis preguntas terminaremos esto antes, y usted podrá descansar y volver a abrir su restaurante. —Podría resolverlo aunque no me contestase a las preguntas, pero tenía que intentar sacarle al menos que carajo le habían robado.—Mire, esto parece más un ataque de ira que un ladrón saliendo corriendo, alguien ha tirado al suelo los manteles y las copas a propósito ¿Qué es lo que le han robado? Tengo entendido que sucedió hace dos noches ¿Quién aparte de usted tiene llaves del restaurante? Y sobre todo, ¿Cuál de sus competidores se beneficia más teniéndole a usted así?
—¿Cuál de mis competidores? pues yo diría que todos. Entenderás que la calidad y la fama que tiene mi restaurante no es comparable con la del resto, así que me parece que todos esos cabrones envidiosos seguro que estarán tomando champán ahora mismo. Pero no puedo acusar a nadie directamente, sería como jugar a la ruleta rusa, ¿entiendes?
Ahora mismo sólo hay dos copias de la cerradura principal, una la tengo yo y otro mi sous chef; Mirogata. Es un buen tipo, le conozco de hace muchos años y es imposible que él tenga algo que ver con ésto. Él se encuentra en la cocina.
Luego, se frotó la frente. Responder lo siguiente era lo que más le costaba.
—Y, bueno. Mira, tú bien calladito, que ésto no puede salir de aquí. Si alguien se entera y el rumor se corre Sabores de Tormenta perderá todo lo que lo hace especial. Ahora, no han robado comida, ni cuadros. No, han ido directamente a por mi despacho. Y a por un pedazo de papel que ha sido legado de generación a generación entre los míos. La receta definitiva de los Tokatsu.
Mientras tanto, el escrutinio de Reiji no le disparó ninguna alarma. La puerta no había sido forzada, ninguna ventana estaba rota. No faltaba ningún cuadro de la pared.
—¿Cuál de mis competidores? pues yo diría que todos. Entenderás que la calidad y la fama que tiene mi restaurante no es comparable con la del resto, así que me parece que todos esos cabrones envidiosos seguro que estarán tomando champán ahora mismo. Pero no puedo acusar a nadie directamente, sería como jugar a la ruleta rusa, ¿entiendes?
Ahora mismo sólo hay dos copias de la cerradura principal, una la tengo yo y otro mi sous chef; Mirogata. Es un buen tipo, le conozco de hace muchos años y es imposible que él tenga algo que ver con ésto. Él se encuentra en la cocina.
Luego, se frotó la frente. Responder lo siguiente era lo que más le costaba.
—Y, bueno. Mira, tú bien calladito, que ésto no puede salir de aquí. Si alguien se entera y el rumor se corre Sabores de Tormenta perderá todo lo que lo hace especial. Ahora, no han robado comida, ni cuadros. No, han ido directamente a por mi despacho. Y a por un pedazo de papel que ha sido legado de generación a generación entre los míos. La receta definitiva de los Tokatsu.
Mientras tanto, el escrutinio de Reiji no le disparó ninguna alarma. La puerta no había sido forzada, ninguna ventana estaba rota. No faltaba ningún cuadro de la pared.