30/09/2017, 23:28
De pronto, aquel viento huracanado le trajo un par de sorpresas. Primero, un paraguas que se meció por encima de los nudos de viento y le hizo algo de sombra. Cuando la ventisca cesara, el mismo caería directamente a su costado, obligándolo a moverse para que el mango no terminara partiéndole uno de sus tan preciados dientes de cierra. Luego, la voz de una persona, probablemente dueña de aquel objeto volador. Kaido volteó el rostro, le miró con cierta extrañeza y sintió de pronto una enorme familiaridad. Como si le conociese de algún lado, pero a la vez no.
El gyojin se levantó despejándose la somnolencia y se pasó la mano por el rostro, tratando de secarse un poco los vestigios de agua que le corrían por la frente.
—¿Quién? ¿el paraguas, o yo?
El gyojin se levantó despejándose la somnolencia y se pasó la mano por el rostro, tratando de secarse un poco los vestigios de agua que le corrían por la frente.
—¿Quién? ¿el paraguas, o yo?