28/07/2015, 18:03
Eri captó el mensaje a la primera, por fortuna o por desgracia, la cabeza de Dageki tenía precio, y eso conllevaba que a no ser que no fuera un shinobi de élite, moriría asesinado irremediablemente. -Eso es, por lo menos el pobre infeliz para cuando se de cuenta de nada, ya estará reunido con sus antepasados.
Tal vez así sonara muy cruel, pero bajo aquellas leyes se regía el mundo, aquel que estuviera dispuesto a pagar el dinero suficiente por algo, lo tendría sin duda. La pobre Eri parecía imaginarse lo crudo del asunto, pero para nuestra fortuna, nosotros no teníamos nada que temer.
Después se levantó y fue en busca del postre, se tomó su tiempo "A ver con qué me sorprende" Pensaba alegremente hasta que de repente, Eri gritó al ver los dangos. "Oh! lo tiene difícil, en Kusagakure los hacen muy buenos. Dudo que los de aquí sean mejores, ni si quiera iguales..."
-¿Dangos dices? Me imagino que me cabrán unos cuantos, antes de que me explote la tripa hehe Reí. Eri se sentó en la mesa, trayendo consigo una cantidad considerable de aquellas bolitas de pasta de arroz de colores. "Que exageración" Pensé al ver tal cantidad. -Si tienes razón, lo que no se haga con el arroz...
Pero de repente, antes si quiera de poder agenciarme un palillo de aquellos dangos, apareció de nuevo Haru, la amiga "especial" de Eri. -Hola Haru que tal. Se tomó la molestia de comunicarnos que nuestras ropas ya estaban listas en nuestras respectivas habitaciones "Que amable es ésta mujer" -Muchas gracias Haru, y vaya que rapidez. No esperaba de que tardarais tan poco. Realmente sorprendido me hallaba. Luego preguntó como estábamos, y tenía muy claro que responder. -Pues ahora mismo estoy lleno, muyyy llenooooo Contesté mientras me palpaba la tripa.
Eri también agradeció a Haru su amabilidad, la verdad que la suerte de ser los únicos inquilinos del motel conllevaba una especial atención, algo de agradecer. Después me preguntó que cuanto tiempo estaríamos hospedados. -Pues como mínimo hasta que deje de llover, pero ya que hemos pagado por la estancia, seguramente duerma aquí al menos hoy. Luego podríamos ir a por tu recado ¿No?
Al fin, tomé un palillo de dangos después de pensarlo al menos dos veces, estaba repleto de comida y temía que seguir comiendo me fuera a sentar mal. Me introduje una bolita rosada en primer lugar y la paladeé con paciencia. -Hmm...están buenos, pero de donde yo vengo los hacen mil veces mejor. Quizás si nos vemos en otra ocasión te lleve unos pocos para que los pruebes. Dije convencido.
Tal vez así sonara muy cruel, pero bajo aquellas leyes se regía el mundo, aquel que estuviera dispuesto a pagar el dinero suficiente por algo, lo tendría sin duda. La pobre Eri parecía imaginarse lo crudo del asunto, pero para nuestra fortuna, nosotros no teníamos nada que temer.
Después se levantó y fue en busca del postre, se tomó su tiempo "A ver con qué me sorprende" Pensaba alegremente hasta que de repente, Eri gritó al ver los dangos. "Oh! lo tiene difícil, en Kusagakure los hacen muy buenos. Dudo que los de aquí sean mejores, ni si quiera iguales..."
-¿Dangos dices? Me imagino que me cabrán unos cuantos, antes de que me explote la tripa hehe Reí. Eri se sentó en la mesa, trayendo consigo una cantidad considerable de aquellas bolitas de pasta de arroz de colores. "Que exageración" Pensé al ver tal cantidad. -Si tienes razón, lo que no se haga con el arroz...
Pero de repente, antes si quiera de poder agenciarme un palillo de aquellos dangos, apareció de nuevo Haru, la amiga "especial" de Eri. -Hola Haru que tal. Se tomó la molestia de comunicarnos que nuestras ropas ya estaban listas en nuestras respectivas habitaciones "Que amable es ésta mujer" -Muchas gracias Haru, y vaya que rapidez. No esperaba de que tardarais tan poco. Realmente sorprendido me hallaba. Luego preguntó como estábamos, y tenía muy claro que responder. -Pues ahora mismo estoy lleno, muyyy llenooooo Contesté mientras me palpaba la tripa.
Eri también agradeció a Haru su amabilidad, la verdad que la suerte de ser los únicos inquilinos del motel conllevaba una especial atención, algo de agradecer. Después me preguntó que cuanto tiempo estaríamos hospedados. -Pues como mínimo hasta que deje de llover, pero ya que hemos pagado por la estancia, seguramente duerma aquí al menos hoy. Luego podríamos ir a por tu recado ¿No?
Al fin, tomé un palillo de dangos después de pensarlo al menos dos veces, estaba repleto de comida y temía que seguir comiendo me fuera a sentar mal. Me introduje una bolita rosada en primer lugar y la paladeé con paciencia. -Hmm...están buenos, pero de donde yo vengo los hacen mil veces mejor. Quizás si nos vemos en otra ocasión te lleve unos pocos para que los pruebes. Dije convencido.