1/10/2017, 12:03
(Última modificación: 1/10/2017, 12:03 por Inuzuka Nabi.)
Lo que Juro no comprendía era que para el perro él ya era su amigo, era su amigo especial de la ventana. Igual para la última vuelta dejaba de preguntarle la hora o se había muerto, pero siempre le llevaría en su olfato, porque se había quedado con su olor. Le diría al resto de perros del barrio que aquel muchacho que se aburría tanto como para dar vueltas a la villa era un buen chaval.
Las horas pasaron entre corridas y andadas, pero dar vueltas a la villa no era algo que pudiese mantenerse el ritmo. Contra más veces tenía que parar para andar menos duraba corriendo, hasta que poco a poco dejó de correr. Las calles de hacían más largas y su estomago más vacio. ¿Qué hora era? Espera, ¿había desayunado como dios manda?
Sus reservas de energia estaban próximas a cero al absurdo y gigantesco numero de cinco vueltas enteras porque justo ahora pasaba por donde el perro, que le preguntó si estaba bien, enseñandole los dientes y gruñiendole.
Las horas pasaron entre corridas y andadas, pero dar vueltas a la villa no era algo que pudiese mantenerse el ritmo. Contra más veces tenía que parar para andar menos duraba corriendo, hasta que poco a poco dejó de correr. Las calles de hacían más largas y su estomago más vacio. ¿Qué hora era? Espera, ¿había desayunado como dios manda?
Sus reservas de energia estaban próximas a cero al absurdo y gigantesco numero de cinco vueltas enteras porque justo ahora pasaba por donde el perro, que le preguntó si estaba bien, enseñandole los dientes y gruñiendole.