1/10/2017, 14:44
Kaido tendría que admitir que aquella ocasión sería una de las presentaciones más extrañas que habría tenido nunca, desde luego. Lo cierto es que no lograba entender si el tipo realmente se refería a él como persona, o es que su latente preocupación iba referida al puto paraguas. Y es que algo había escuchado el escualo acerca de gente que por soledad terminaba enamorándose de algún objeto inanimado. Incluso hubo una mujer en el Distrito comercial que terminó casándose con su nevera, y le juró amor eterno hasta que la muerte —o alguna falla eléctrica, en todo caso— les separase.
—¿Qué eres?
El gyojin frunció el ceño, como cosa rara.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿quieres que te meta ese paraguas en el culo o qué? —espetó, tan grosero como creyó necesario. Y es que generalmente al Hozuki no le molestaba que increpasen su imagen, si hasta aprovechaba esas ocasiones para contar su historia fantasiosa favorita: la de su madre y su amor pasional con algún tritón legendario de las tierras del país del Agua. Pero esa vez, su paciencia parecía haber estado agotado. De hecho, su tanque venía vacío incluso desde su viaje de retorno desde el Valle de los Dojos.
—¿Qué eres?
El gyojin frunció el ceño, como cosa rara.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿quieres que te meta ese paraguas en el culo o qué? —espetó, tan grosero como creyó necesario. Y es que generalmente al Hozuki no le molestaba que increpasen su imagen, si hasta aprovechaba esas ocasiones para contar su historia fantasiosa favorita: la de su madre y su amor pasional con algún tritón legendario de las tierras del país del Agua. Pero esa vez, su paciencia parecía haber estado agotado. De hecho, su tanque venía vacío incluso desde su viaje de retorno desde el Valle de los Dojos.
