1/10/2017, 19:43
La cocina estaba igual que el comedor. Comida por todos lados, neveras abiertas, artilugios de cocina. Al igual que en el comedor, aquello parecía hecho a propósito ¿Quién se molestaba en, aparte de robar una receta, desordenar toda la cocina y el comer? Por el momento todo aquello no eran más que piezas desordenas de un puzle en mi cabeza. Piezas que aún no empezaban a encajar.
Yogaru abrió otra puerta al fondo de la cocina, lo primero y más destacable fue ver a Mirogata allí sentado. A diferencia del gordo de Yogaru, Mirogata era un tipo bastante alto, flaco y esquelético. ¿Acaso Yogaru le tenía esclavizado y sin darle de comer? Por dios, si trabajaba en una cocina.
Olvidando un poco a Mirogata, con quien hablaría después, observe el despacho con todo detalle. Las paredes, la mesa, el sofá, debajo del sofá. Todo estaba intacto. Al contrario que la cocina o el comedor. Aquello era sospecho. MUY SOSPECHOSO.
Lo único que parecía fuera de lugar era aquel cajón abierto. Daba la sensación que desde un principio, el ladrón conocía la ubicación de la receta. Pero entonces ¿Por qué había desordenado la cocina y el comedor? ¿Qué sentido tenía todo aquello? Me acerqué al cajón por si podía encontrar algún detalle más.
—Mirogata, éste es el genin que nos han enviado para que resolviera ésta mierda. Reiji, él es Mirogata, mi sou... ¡bah! presentaos vosotros.
—Buenas Mirogata, mi nombre es karasukage Reiji, igual te suena mi apellido porque mi madre es dueña de una verdulería de por aquí cerca —Intente entablar conversación con el sin ir directamente al lio, por intentar ganarme un poco su amistad. Todo esto claro, mientras seguía inspeccionando cada rincón del despacho.
—¿Puedo hacerle unas preguntas? Si colabora conmigo terminaremos esto mucho más rápido, vera… Ahora mismo tengo una pequeña teoría. Quien quiera que entrase aquí a este despacho, sabía a por lo que venía, no hay nada por los suelos como en la cocina o el comedor, lo que me lleva a pensar que el desorden que hay fuere fue provocado a propósito.
Tampoco es que, en aquel momento, tuviera muchas más pistas. Dos salas desordenadas y una sala ordenada, pero la última era realmente el lugar del crimen. Me faltaba aún alguna pieza para poder ir encajando todo el puzle, sin embargo…
—¿Alguien más aparte de ustedes dos tiene acceso a este despacho? Otros miembros del restaurante como los camareros, por ejemplo. Intuyo que solo ustedes dos conocían la ubicación de la receta, pero necesito preguntarlo. Usted Mirogata ¿sospecha de alguien? Y… ¿Puedo coger un poco de maíz de la cocina? He visto que había en una de las neveras abiertas, tercer cajón, junto a los tomates y las lechugas.
Yoru no era más listo de los cuervos. Tampoco era el más tonto, claro. Tenía serios problemas de adicción con una telenovela barata y bastante mala que echaban por la televisión. Sin embargo, era un cuervo aplicado, que hacía bien su trabajo. Tenía sus motivos, claro, si hacía bien las cosas, su recompensa serían más capítulos de aquella serie que le gustaba.
Así pues escudriño los alrededores del restaurante hasta que, de repente, vio algo que le resulto sospechoso. Un tipo que se intentaba mezclar con la multitud, pero se notaba desde lejos que era bastante sospechoso. Actuaba raro e iba más tapado.
Yoru pensó primero en ir a informar a Reiji. Pero ese pensamiento se esfumo enseguida. Si iba con tan solo eso, el joven gennin de Amegakure podría pensar que el cuervo se había montado una película por ver tanta telenovela.
Así pues, el cuervo decidió descender un poco más y observar con más detalle al sospechoso. Si hacía falta, incluso lo seguiría. El cuervo sabía que, cuanto mejor hiciera su trabajo, cuanta más información le llevara a Reiji, mas capítulos de su serie le dejarían ver.
Con esta motivación en mente, se dispuso a vigilar con todo su ser a aquel hombre.
Yogaru abrió otra puerta al fondo de la cocina, lo primero y más destacable fue ver a Mirogata allí sentado. A diferencia del gordo de Yogaru, Mirogata era un tipo bastante alto, flaco y esquelético. ¿Acaso Yogaru le tenía esclavizado y sin darle de comer? Por dios, si trabajaba en una cocina.
Olvidando un poco a Mirogata, con quien hablaría después, observe el despacho con todo detalle. Las paredes, la mesa, el sofá, debajo del sofá. Todo estaba intacto. Al contrario que la cocina o el comedor. Aquello era sospecho. MUY SOSPECHOSO.
Lo único que parecía fuera de lugar era aquel cajón abierto. Daba la sensación que desde un principio, el ladrón conocía la ubicación de la receta. Pero entonces ¿Por qué había desordenado la cocina y el comedor? ¿Qué sentido tenía todo aquello? Me acerqué al cajón por si podía encontrar algún detalle más.
—Mirogata, éste es el genin que nos han enviado para que resolviera ésta mierda. Reiji, él es Mirogata, mi sou... ¡bah! presentaos vosotros.
—Buenas Mirogata, mi nombre es karasukage Reiji, igual te suena mi apellido porque mi madre es dueña de una verdulería de por aquí cerca —Intente entablar conversación con el sin ir directamente al lio, por intentar ganarme un poco su amistad. Todo esto claro, mientras seguía inspeccionando cada rincón del despacho.
—¿Puedo hacerle unas preguntas? Si colabora conmigo terminaremos esto mucho más rápido, vera… Ahora mismo tengo una pequeña teoría. Quien quiera que entrase aquí a este despacho, sabía a por lo que venía, no hay nada por los suelos como en la cocina o el comedor, lo que me lleva a pensar que el desorden que hay fuere fue provocado a propósito.
Tampoco es que, en aquel momento, tuviera muchas más pistas. Dos salas desordenadas y una sala ordenada, pero la última era realmente el lugar del crimen. Me faltaba aún alguna pieza para poder ir encajando todo el puzle, sin embargo…
—¿Alguien más aparte de ustedes dos tiene acceso a este despacho? Otros miembros del restaurante como los camareros, por ejemplo. Intuyo que solo ustedes dos conocían la ubicación de la receta, pero necesito preguntarlo. Usted Mirogata ¿sospecha de alguien? Y… ¿Puedo coger un poco de maíz de la cocina? He visto que había en una de las neveras abiertas, tercer cajón, junto a los tomates y las lechugas.
…
Yoru no era más listo de los cuervos. Tampoco era el más tonto, claro. Tenía serios problemas de adicción con una telenovela barata y bastante mala que echaban por la televisión. Sin embargo, era un cuervo aplicado, que hacía bien su trabajo. Tenía sus motivos, claro, si hacía bien las cosas, su recompensa serían más capítulos de aquella serie que le gustaba.
Así pues escudriño los alrededores del restaurante hasta que, de repente, vio algo que le resulto sospechoso. Un tipo que se intentaba mezclar con la multitud, pero se notaba desde lejos que era bastante sospechoso. Actuaba raro e iba más tapado.
Yoru pensó primero en ir a informar a Reiji. Pero ese pensamiento se esfumo enseguida. Si iba con tan solo eso, el joven gennin de Amegakure podría pensar que el cuervo se había montado una película por ver tanta telenovela.
Así pues, el cuervo decidió descender un poco más y observar con más detalle al sospechoso. Si hacía falta, incluso lo seguiría. El cuervo sabía que, cuanto mejor hiciera su trabajo, cuanta más información le llevara a Reiji, mas capítulos de su serie le dejarían ver.
Con esta motivación en mente, se dispuso a vigilar con todo su ser a aquel hombre.