3/10/2017, 15:51
El peliverde se mantuvo observando el reloj, expectante, durante unos instantes que le parecieron eternos. Ni siquiera intentó mirar a su alrededor y prestar atención a cualquier otra cosa que no fuese la hora.
Vamos, tiempo, date prisa que si espero un segundo más podría explotar.
Entonces, como si hubiera ocurrido por orden suya, el reloj marcó las once.
Daigo agachó la cabeza, mirando directamente a la mesa mientras escuchaba como algunas personas abandonaban el local. No sabía quienes eran ni cuantas, pero no se molestó en comprobarlo, pues sabía que cuando volviese a levantar la cabeza solo deberían estar él, algún compañero shinobi y Sensei.
La puerta se abrió nuevamente, esta vez dejando pasar a una persona que se dirigió a una de las mesas del local, antes de sentarse.
Su corazón empezó a latir con velocidad y fuerza, tanta que Daigo casi podría haber jurado estarlo escuchando a su lado, como si se tratase de una voz que se negaba a perder la oportunidad de recordarle al peliverde lo nervioso que estaba.
—Buenas noches, caballeros —dijo aquel hombre, con voz temblorosa—. Antes de nada, tomen asiento, por favor. ¿Han tenido un buen viaje?
Daigo inhaló y exhaló profundamente antes de levantarse.
Ha llegado la hora...
Dio un par de pasos hacia aquella mesa antes de detenerse, soprendido. Esperaba que este encargo requiriese de compañeros para llevarse a cabo, pero jamás se habría imaginado que sus compañeros se tratasen de Uchiha Akame, el campeón del torneo de los dojos; y Keisuke, un Shinobi con el que había compartido alguna aventura.
Finalmente, el genin tomó asiento y se mantuvo mirando a aquel hombre.
—Buenas noches...
Ni una sola palabra más salió de su boca, pues el chico temía que su corazón saliese disparado y golpease al encapuchado en el rostro.
Vamos, tiempo, date prisa que si espero un segundo más podría explotar.
Entonces, como si hubiera ocurrido por orden suya, el reloj marcó las once.
Daigo agachó la cabeza, mirando directamente a la mesa mientras escuchaba como algunas personas abandonaban el local. No sabía quienes eran ni cuantas, pero no se molestó en comprobarlo, pues sabía que cuando volviese a levantar la cabeza solo deberían estar él, algún compañero shinobi y Sensei.
La puerta se abrió nuevamente, esta vez dejando pasar a una persona que se dirigió a una de las mesas del local, antes de sentarse.
Su corazón empezó a latir con velocidad y fuerza, tanta que Daigo casi podría haber jurado estarlo escuchando a su lado, como si se tratase de una voz que se negaba a perder la oportunidad de recordarle al peliverde lo nervioso que estaba.
—Buenas noches, caballeros —dijo aquel hombre, con voz temblorosa—. Antes de nada, tomen asiento, por favor. ¿Han tenido un buen viaje?
Daigo inhaló y exhaló profundamente antes de levantarse.
Ha llegado la hora...
Dio un par de pasos hacia aquella mesa antes de detenerse, soprendido. Esperaba que este encargo requiriese de compañeros para llevarse a cabo, pero jamás se habría imaginado que sus compañeros se tratasen de Uchiha Akame, el campeón del torneo de los dojos; y Keisuke, un Shinobi con el que había compartido alguna aventura.
Finalmente, el genin tomó asiento y se mantuvo mirando a aquel hombre.
—Buenas noches...
Ni una sola palabra más salió de su boca, pues el chico temía que su corazón saliese disparado y golpease al encapuchado en el rostro.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.