3/10/2017, 18:00
— Lo siento, se acabó lo que se daba.
No me lo podía creer. Estaban repartiendo muestras gratuitas de dangos justo en el Valle del Fin y yo pensando, es mi dia de suerte, que bien, un buen dango ahora me asienta el estomago... Pues justo se acaban.
— Pero... pero... tendrás algo ahí, ¿no? El tipico que se te cae al suelo y lo apartas para tirarlo, ya me lo como yo.
— De verdad que no me queda nada de lo que se daba. Se ha acabado. Si quieres probarlos, pasate por Minori. Por el Dango Bailarín.
El joven muchacho que llevaba el carrito de comida salió por patas tras decir eso, principalmente por los ladridos de Stuffy, si para mi olían bien esos dangos para él ha tenido que ser como una puñalada en el corazón oir que no los vamos a probar siquiera. Total, que empezó a ladrarle y el chico empezó a acelerar el paso, lo cual hizo que el animal empezase a perseguirle, lo cual hizo que el chico empezase a correr.
— ¡Stuffy! Dejalo, tenemos el conejo de esta mañana. Iba a decirle que nos diese algo de salsa, pero supongo que acojonamos bastante.
Stuffy parecía marrón y eso siendo negro tiene algo de merito. Miré al lago y despues al perro. Saqué un poco de conejo ya cocinado e hice como si lo tirase al lago, al perro le faltó tiempo para ir tras la carne imaginaria. Se metió y empezó a nadar hasta la mitad perdiendo el tono marrón y recuperando el tono negro habitual en él. Me senté en el borde de la masa de agua con mi saco a un lado comiendo aquella carne a pelo, sin salsa ni sabor ni nada de nada.
Observé entre mordiscos como el can volvía a la orilla y se sacudía el agua. Le lancé un cacho de conejo y lo pilló al suelo. Ahí estabamos los dos en pleno mediodía comiendo conejo como buenos salvajes. Menos mal que ya volvíamos a casa. Aunque echaría de menos el mear en arbustos.
No me lo podía creer. Estaban repartiendo muestras gratuitas de dangos justo en el Valle del Fin y yo pensando, es mi dia de suerte, que bien, un buen dango ahora me asienta el estomago... Pues justo se acaban.
— Pero... pero... tendrás algo ahí, ¿no? El tipico que se te cae al suelo y lo apartas para tirarlo, ya me lo como yo.
— De verdad que no me queda nada de lo que se daba. Se ha acabado. Si quieres probarlos, pasate por Minori. Por el Dango Bailarín.
El joven muchacho que llevaba el carrito de comida salió por patas tras decir eso, principalmente por los ladridos de Stuffy, si para mi olían bien esos dangos para él ha tenido que ser como una puñalada en el corazón oir que no los vamos a probar siquiera. Total, que empezó a ladrarle y el chico empezó a acelerar el paso, lo cual hizo que el animal empezase a perseguirle, lo cual hizo que el chico empezase a correr.
— ¡Stuffy! Dejalo, tenemos el conejo de esta mañana. Iba a decirle que nos diese algo de salsa, pero supongo que acojonamos bastante.
Stuffy parecía marrón y eso siendo negro tiene algo de merito. Miré al lago y despues al perro. Saqué un poco de conejo ya cocinado e hice como si lo tirase al lago, al perro le faltó tiempo para ir tras la carne imaginaria. Se metió y empezó a nadar hasta la mitad perdiendo el tono marrón y recuperando el tono negro habitual en él. Me senté en el borde de la masa de agua con mi saco a un lado comiendo aquella carne a pelo, sin salsa ni sabor ni nada de nada.
Observé entre mordiscos como el can volvía a la orilla y se sacudía el agua. Le lancé un cacho de conejo y lo pilló al suelo. Ahí estabamos los dos en pleno mediodía comiendo conejo como buenos salvajes. Menos mal que ya volvíamos a casa. Aunque echaría de menos el mear en arbustos.
—Nabi—