3/10/2017, 23:10
Iba de camino hacia las puertas de la villa de forma tranquila, agradeciendo que el clima le estuviese dando un respiro de tantos días de sol y calor pues aquella jornada estaba siendo especialmente fresca, lo que agradaba a la pelirroja. Adoraba que su cabello se meciese gracias al viento además de poder disfrutar de un paseo sin empezar a sudar a los tres pasos.
Definitivamente aquel era su clima.
Deseosa de poder recoger unas hierbas que observó el otro día crecer en las puertas de la villa —seguramente muy comunes, pero por algo se empezaba a investigar—, reconoció una cabellera castaña a lo lejos, sin embargo debería ser imposible pues desde su graduación no había visto a aquella persona. Pero el perro que acompañaba a la silueta en cuestión lo terminó por delatar. Y antes de que pudiese decir nada él ya estaba frente a ella, abrazándola como si la vida dependiese de aquello. Eri no pudo agradecerlo porque un olor a excremento mezclado con animal muerto se coló por sus fosas nasales, haciéndola comenzar a toser de manera incontrolada.
No deshizo el agarre más por haber estado atenta a no asfixiarse antes de por ser grosera, así que cuando se separó, pudo comprobar que incluso el champú con el que se duchaba y que le dejaba un buen olor todos los días había desaparecido pasando a uno más rancio y apagado.
— ¡Eri-chan! ¿Qué tal? ¿Qué te cuentas?
—H-ola —tosió—.Nabi-san...—volvió a toser—. Me alegro de volver a verte en la villa... —aguantó el aire unos segundos —. ¿Pero por qué el olor a perro muerto? No te ofendas, por favor. —alegó mirando al perro que se encontraba justo al lado de su dueño, seguramente se hubiera tirado a abrazarlo y a mimarlo como si fuese su propio hijo, pero el olor que desprendían ambos era horrible —. ¿Por qué no os dais una ducha y luego hablamos? Deberéis estar cansados...
Definitivamente aquel era su clima.
Deseosa de poder recoger unas hierbas que observó el otro día crecer en las puertas de la villa —seguramente muy comunes, pero por algo se empezaba a investigar—, reconoció una cabellera castaña a lo lejos, sin embargo debería ser imposible pues desde su graduación no había visto a aquella persona. Pero el perro que acompañaba a la silueta en cuestión lo terminó por delatar. Y antes de que pudiese decir nada él ya estaba frente a ella, abrazándola como si la vida dependiese de aquello. Eri no pudo agradecerlo porque un olor a excremento mezclado con animal muerto se coló por sus fosas nasales, haciéndola comenzar a toser de manera incontrolada.
No deshizo el agarre más por haber estado atenta a no asfixiarse antes de por ser grosera, así que cuando se separó, pudo comprobar que incluso el champú con el que se duchaba y que le dejaba un buen olor todos los días había desaparecido pasando a uno más rancio y apagado.
— ¡Eri-chan! ¿Qué tal? ¿Qué te cuentas?
—H-ola —tosió—.Nabi-san...—volvió a toser—. Me alegro de volver a verte en la villa... —aguantó el aire unos segundos —. ¿Pero por qué el olor a perro muerto? No te ofendas, por favor. —alegó mirando al perro que se encontraba justo al lado de su dueño, seguramente se hubiera tirado a abrazarlo y a mimarlo como si fuese su propio hijo, pero el olor que desprendían ambos era horrible —. ¿Por qué no os dais una ducha y luego hablamos? Deberéis estar cansados...