6/10/2017, 16:35
— ¿No comes nada de fuera? ¿Tienes un huerto y un corral en casa?
—Eh... Oh... No bueno, yo... —Nabi acababa de dejarla en blanco. Parecía no haber pillado lo que acababa de decir, así que se encontró con la mano arriba y con la boca entreabierta, sin saber bien qué contestarle —. Déjalo, vayamos a comer ya que tengo hambre.
Cerró la puerta con llave y se la guardó en el bolsillo del pantalón. Se llevó ambas manos a la espalda y comenzó a bajar las escaleras que llevaban a la calle junto con Nabi y el can de pelaje oscuro.
— Sobre donde comer, eh... Bueno, no tengo ni idea de qué seguirá abierto a estas horas, ni en este tiempo. Para mi esto es como viajar en el tiempo, esta villa es demasiado moderna para mí.
—Está bien, conozco un buen puesto de fideos aquí cerca, suelen cerrar tarde y el propietario es muy majo conmigo.
Recordaba que solía frecuentarlo al principio de su escapada, cuando no sabía ni freír un triste huevo. Desde entonces los fideos se convirtieron en una de sus comidas favoritas. Una vez aprendió a cocinar dejó de ir tan de seguido, sin embargo el señor Hideo seguía siendo amable con ella. Y le hacía descuentos.
—Está a un par de calles, a unos cinco minutos andando, está bien para dar un paseo —informó la joven mientras señalaba el camino —. Bueno, cuéntame, ¿qué hiciste a lo largo de todo tu viaje?
—Eh... Oh... No bueno, yo... —Nabi acababa de dejarla en blanco. Parecía no haber pillado lo que acababa de decir, así que se encontró con la mano arriba y con la boca entreabierta, sin saber bien qué contestarle —. Déjalo, vayamos a comer ya que tengo hambre.
Cerró la puerta con llave y se la guardó en el bolsillo del pantalón. Se llevó ambas manos a la espalda y comenzó a bajar las escaleras que llevaban a la calle junto con Nabi y el can de pelaje oscuro.
— Sobre donde comer, eh... Bueno, no tengo ni idea de qué seguirá abierto a estas horas, ni en este tiempo. Para mi esto es como viajar en el tiempo, esta villa es demasiado moderna para mí.
—Está bien, conozco un buen puesto de fideos aquí cerca, suelen cerrar tarde y el propietario es muy majo conmigo.
Recordaba que solía frecuentarlo al principio de su escapada, cuando no sabía ni freír un triste huevo. Desde entonces los fideos se convirtieron en una de sus comidas favoritas. Una vez aprendió a cocinar dejó de ir tan de seguido, sin embargo el señor Hideo seguía siendo amable con ella. Y le hacía descuentos.
—Está a un par de calles, a unos cinco minutos andando, está bien para dar un paseo —informó la joven mientras señalaba el camino —. Bueno, cuéntame, ¿qué hiciste a lo largo de todo tu viaje?