6/10/2017, 16:48
Totalmente de acuerdo a lo que había dicho Juro, ambos entraron por la puerta de la izquierda donde encontraron una gran sala de paredes claras, llenas de vitrinas con todo tipo de armas de la antigüedad, aseguradas por seda roja. Estaban todas en perfecto estado y aunque no supieses lo que eran, gracias a la placa dorada y metálica que se encontraba al pie de la vitrina sabrías de qué se trataba en un pis pás.
Eri no prestó atención a la bifurcación, se acercó rápidamente a una espada de colosal tamaño que reposaba en una vitrina. Tenía numerosos cortes, como si hubiera sido utilizada un millón de veces. En la placa solo había una palabra: Kenjatsu.
—Vaya... ¡Qué grande! —exclamó la joven, algo asustada —. Hala, ¿y esa de allí?
Fue corriendo hacia la vitrina de al lado, la cual era alta y poco ancha. En ella residía otra espada, esta más pequeña y de filo más fino. Brillaba gracias a la luz que se colaba por las ventanas y a la iluminación de las bombillas. A diferencia de la otra, se encontraba en perfecto estado.
La espada irrompible.
—Increíble...
Eri no prestó atención a la bifurcación, se acercó rápidamente a una espada de colosal tamaño que reposaba en una vitrina. Tenía numerosos cortes, como si hubiera sido utilizada un millón de veces. En la placa solo había una palabra: Kenjatsu.
—Vaya... ¡Qué grande! —exclamó la joven, algo asustada —. Hala, ¿y esa de allí?
Fue corriendo hacia la vitrina de al lado, la cual era alta y poco ancha. En ella residía otra espada, esta más pequeña y de filo más fino. Brillaba gracias a la luz que se colaba por las ventanas y a la iluminación de las bombillas. A diferencia de la otra, se encontraba en perfecto estado.
La espada irrompible.
—Increíble...