8/10/2017, 12:35
Akame podría haber jurado percibir cómo el encapuchado enarcaba una ceja ante las preguntas del ninja pelirrojo. Carraspeó otra vez mientras se frotaba las manos con visible impaciencia; Akame pudo notar entonces que tenía la piel fina y sin imperfecciones, y las manos delicadas como las de un noble o comerciante. «Este tipo tiene dinero... No sólo porque nos haya invitado a quedarnos aquí con todos los gastos cubiertos, sino porque hace gala de una educación refinada», caviló Akame.
—La respuesta a su primera pregunta —dijo de repente el encapuchado— es sencilla; dinero. Dos mil ryos para cada uno de ustedes. Espero que les parezca más que adecuado, está en mi conocimiento que esta cifra supera por mucho la retribución habitual de las misiones de bajo rango en las tres Aldeas ninja.
«Joder, pues tiene razón. El tío se ha informado bien...»
—En cuanto a la segunda, espero que entiendan el por qué no puedo desvelarles semejante información. Creo que las propias circunstancias de esta reunión lo ponen de manifiesto... Estamos tratando un asunto sensible.
»Por último, debo decirles que el profesor Muten Rōshi es un académico sin par y un excelente historiador, además de un caballero —hizo especial hincapié en sus últimas palabras—. No debe sufrir daño ni perjuicio alguno durante el cumplimiento de este encargo. De lo contrario nuestro acuerdo será revocado y ustedes volverán a sus casas sin un sólo ryo en el bolsillo.
La última parte había sonado, quizás, más amenazadora de lo que el misterioso hombre pretendía; y eso le incomodó. Akame se dio cuenta al momento de que aquella persona no estaba acostumbrada a tener semejante tipo de reuniones y que no se sentía a gusto allí.
—Bien, ahora, si me disculpan caballeros... He de irme. Les deseo suerte en esta empresa.
Visiblemente inquieto, el encapuchado se levantó y se dirigió hacia la puerta. Había dejado sobre la mesa tanto la cámara de fotos como la fotografía del profesor.