9/10/2017, 18:09
El muchacho de ojos melíferos fue el primero —y también el único— en atreverse a resolver el orden en que les debían de ser entregadas aquellas noticias prometidas. Kōtetsu se limitó a asentir silenciosa y enfáticamente, pues era creyente de que la disposición de los elementos no alteraba la circunstancias resultantes.
—Bien —dijo mientras guardaba su metálico instrumento de audición—. La mala noticia es que esta en un estado vegetativo y aparentemente imperturbable.
—¿Vegetativo? ¿Aparentemente? —se aventuró a preguntar el peliblanco mientras retiraba su rostro de las cercanías del fuego—. ¿Quiere decir que está en coma?
—No exactamente —aseguro el médico mientras jugueteaba con su dorado mostacho, cavilando sobre cómo explicar aquellos términos complejos a un par de niños y a su ignorante y tuerto compañero—; un coma es un estado de inconciencia producido por algún trauma o afección. Dicho eso, esta chica se encuentra en lo que vulgarmente se conoce como estado de hibernación, que es más un mecanismo de supervivencia.
—Espera… ¿Me dices que solo está durmiendo como un oso en invierno? —pregunto emocionadamente el jorobado—. ¿Me dices que aún podemos salvarnos…? Digo, a ella, salvarla a ella.
El doctor guardo silencio durante unos segundos, como sopesando el tipo de respuesta que debería dar. Ya había tratado casos similares de animales cuyos relojes biológicos se averiaban y sufrían desordenes de hibernación. Sin embargo, aquello era un ser humano, un mamífero cuya biología no estaba adaptada a tal estado alterado. Claro, antes de llegar a aquel pueblo helado había tratado superficialmente con seres humanos…, antes de perder su licencia médica. Aun así, recordaba que había teorías sobre cómo hacer que una persona entrara en aquel somnoliento padecer artificialmente, y sobre como despertarlo de la misma manera. El problema radicaba en que no conocía el mecanismo por el cual aquella muchacha fue puesta a dormir tan profundamente.
—No lo sé, ahí es donde está la mala noticia —arrojo finalmente con un suspiro—. Si bien esta hibernando, como sea que lo haya logrado, también sufre un severo caso de hipotermia. Sus signos vitales parecen estar medio estables, pero podrían comenzar a decaer en cualquier momento. Si no se le despierta pronto, caerá en coma y luego… luego morirá.
—¿¡Entonces que hacemos perdiendo el tiempo?! —exclamo con fuerza el tuerto—. Despertémosla ya mismo.
—¡No seas mentecato, ¿crees que eso es tan fácil?! —rugió, colorándose de la rabia—. Les iba a decir que la buena noticia es que puedo intentar despertarla… Creo que puedo hacerlo, pero no sé si cuerpo tenga la energía suficiente como para soportar el choque… No creo que la tenga.
—¿No hay alguna forma de aumentar sus probabilidades? —pregunto con serenidad el joven de ojos grises.
—No lo se… —se ocultó en un silencio incomodo, superado por la situación, hasta que un leve y brillante recuerdo de sus muchas investigaciones se manifestó en su mente—. Podría ser que… No, necesitaríamos de un ninja medico… y el más cercano que conozco está a un condenado mar de distancia.
—Bien —dijo mientras guardaba su metálico instrumento de audición—. La mala noticia es que esta en un estado vegetativo y aparentemente imperturbable.
—¿Vegetativo? ¿Aparentemente? —se aventuró a preguntar el peliblanco mientras retiraba su rostro de las cercanías del fuego—. ¿Quiere decir que está en coma?
—No exactamente —aseguro el médico mientras jugueteaba con su dorado mostacho, cavilando sobre cómo explicar aquellos términos complejos a un par de niños y a su ignorante y tuerto compañero—; un coma es un estado de inconciencia producido por algún trauma o afección. Dicho eso, esta chica se encuentra en lo que vulgarmente se conoce como estado de hibernación, que es más un mecanismo de supervivencia.
—Espera… ¿Me dices que solo está durmiendo como un oso en invierno? —pregunto emocionadamente el jorobado—. ¿Me dices que aún podemos salvarnos…? Digo, a ella, salvarla a ella.
El doctor guardo silencio durante unos segundos, como sopesando el tipo de respuesta que debería dar. Ya había tratado casos similares de animales cuyos relojes biológicos se averiaban y sufrían desordenes de hibernación. Sin embargo, aquello era un ser humano, un mamífero cuya biología no estaba adaptada a tal estado alterado. Claro, antes de llegar a aquel pueblo helado había tratado superficialmente con seres humanos…, antes de perder su licencia médica. Aun así, recordaba que había teorías sobre cómo hacer que una persona entrara en aquel somnoliento padecer artificialmente, y sobre como despertarlo de la misma manera. El problema radicaba en que no conocía el mecanismo por el cual aquella muchacha fue puesta a dormir tan profundamente.
—No lo sé, ahí es donde está la mala noticia —arrojo finalmente con un suspiro—. Si bien esta hibernando, como sea que lo haya logrado, también sufre un severo caso de hipotermia. Sus signos vitales parecen estar medio estables, pero podrían comenzar a decaer en cualquier momento. Si no se le despierta pronto, caerá en coma y luego… luego morirá.
—¿¡Entonces que hacemos perdiendo el tiempo?! —exclamo con fuerza el tuerto—. Despertémosla ya mismo.
—¡No seas mentecato, ¿crees que eso es tan fácil?! —rugió, colorándose de la rabia—. Les iba a decir que la buena noticia es que puedo intentar despertarla… Creo que puedo hacerlo, pero no sé si cuerpo tenga la energía suficiente como para soportar el choque… No creo que la tenga.
—¿No hay alguna forma de aumentar sus probabilidades? —pregunto con serenidad el joven de ojos grises.
—No lo se… —se ocultó en un silencio incomodo, superado por la situación, hasta que un leve y brillante recuerdo de sus muchas investigaciones se manifestó en su mente—. Podría ser que… No, necesitaríamos de un ninja medico… y el más cercano que conozco está a un condenado mar de distancia.