9/10/2017, 23:53
Cogí los dos ryos de la mano del chico. No sabía cómo se llamaba. No se había presentado. Yo si claro, pero era mi trabajo hacerlo como nuevo dependiente que entraba a la tienda así de repente. No tenía ninguna obligación, pero me sentía incómodo sin saber cómo dirigirme a él.
Una pena que no pueda dedicarse de lleno a su carrera como shinobi.
—Pues sí, es una lástima, porque se esfuerza muchísimos, pero tiene que mantener el solo a su madre, no sé qué le pasaría a su padre, pero ya no está con ellos, y su madre apenas puede moverse, una carga muy pesada para alguien tan joven. Es un ejemplo para los demás de como con el esfuerzo se puede hacer frente a todas las adversidades.
La causa del conflicto fue justamente una de estas lechugas. Ambas consideraron que una lechuga en particular era demasiado especial como para no hacerse con ella.
De todas las cosas que podía imaginarme que causaran un conflicto en una verdulería, ninguna de ellas incluía una lechuga. ¿Por alguien pelearía por una lechuga de dos ryos? Había muchísimas, y en el almacén tenía que haber más. Además, eran todas exactamente iguales. Bueno, tal vez algunas eran más grandes que otras, no mucho, pero el color era el mismo: Verde.
—No soy un gran fanático de la verdura, así que no acabo de entender por qué nadie querría pelear por una verdura, escapa totalmente a mi comprensión.
De cualquier modo, y a pesar de no saber ni su nombre, aquel chico estaba siendo muy amable contándome como se había llenado el lugar. Sentí que tenía que agradecérselo de algún modo.
—Si quieres puedes pillar un par de tomates, van muy bien con esas lechugas de la discordia, aunque lo que estaba bueno de verdad en la ensalada es el maíz, no por nada está en el logo de la tienda, también puedes llevarte una mazorca si quieres. Corre de mi bolsillo, por las molestias de explicarme todo este embrollo de la lechuga.
Una pena que no pueda dedicarse de lleno a su carrera como shinobi.
—Pues sí, es una lástima, porque se esfuerza muchísimos, pero tiene que mantener el solo a su madre, no sé qué le pasaría a su padre, pero ya no está con ellos, y su madre apenas puede moverse, una carga muy pesada para alguien tan joven. Es un ejemplo para los demás de como con el esfuerzo se puede hacer frente a todas las adversidades.
La causa del conflicto fue justamente una de estas lechugas. Ambas consideraron que una lechuga en particular era demasiado especial como para no hacerse con ella.
De todas las cosas que podía imaginarme que causaran un conflicto en una verdulería, ninguna de ellas incluía una lechuga. ¿Por alguien pelearía por una lechuga de dos ryos? Había muchísimas, y en el almacén tenía que haber más. Además, eran todas exactamente iguales. Bueno, tal vez algunas eran más grandes que otras, no mucho, pero el color era el mismo: Verde.
—No soy un gran fanático de la verdura, así que no acabo de entender por qué nadie querría pelear por una verdura, escapa totalmente a mi comprensión.
De cualquier modo, y a pesar de no saber ni su nombre, aquel chico estaba siendo muy amable contándome como se había llenado el lugar. Sentí que tenía que agradecérselo de algún modo.
—Si quieres puedes pillar un par de tomates, van muy bien con esas lechugas de la discordia, aunque lo que estaba bueno de verdad en la ensalada es el maíz, no por nada está en el logo de la tienda, también puedes llevarte una mazorca si quieres. Corre de mi bolsillo, por las molestias de explicarme todo este embrollo de la lechuga.
