13/10/2017, 12:12
— ¿Dominas el fuinjutsu? ¡Yo también se algo! Pero no he llegado a tanto nivel. Solo se hacer sellados básicos en pergaminos. Mi abuela si que sabe hacer eso que dices, y mucho más.
—Oh, vaya, pues... Sí, soy buena utilizándolo, aunque si te soy sincera aún no lo domino a la perfección —comentó mientras se rascaba la nuca, un poco nerviosa —. Mi linaje es el de un Uzumaki, expertos en fuuinjutsu, más que nada me viene de familia y no por ningún talento en especial...
Siguió caminando hasta encontrarse con la espada que Juro también había quedado prendado solo de verla. Y es que no la extrañaba que ocupase el centro de la estancia, era demasiado preciosa como para pasar desapercibido sin dedicarle si quiera una mirada.
— ¿Qué ha pasado en la actualidad? Esta arma es increíble. Y las otras. Es como si las armas hubiesen perdido su toque de elegancia. Ahora todo es mucho más mecánico y aburrido. Vale, las armas son solo armas para matar. Pero aun así... ¿Por qué ha pasado esto?
Eri sopesó sus palabras. El joven tenía razón. ¿Desde cuando habían dejado de hacer arte para pasar a hacer armas normales?
—Quizás antes le dedicaban más amor y mimo, eran obras de arte que exhibían en la guerra, ¿no? —alegó Eri, pensativa—. Quiero decir, a parte de para herir al oponente, la utilizaban como algo digno de lo que sentir celos, algo como... Mira, mi arma es más bonita que la tuya, ¿me sigues?
Luego se cruzó de brazos, sin quitar la vista de la espada.
—Ahora son... Normales, cuando tu ves una kodachi, no ves una espada, ves un arma que sirve para combatir a tus enemigos, no algo para lucirlo... Es como si solo sean vulgares armas que solo sirvan para lo que son creadas... Cuando antes eran utilizadas y creadas como algo más que simple objetos para asesinar.
—Oh, vaya, pues... Sí, soy buena utilizándolo, aunque si te soy sincera aún no lo domino a la perfección —comentó mientras se rascaba la nuca, un poco nerviosa —. Mi linaje es el de un Uzumaki, expertos en fuuinjutsu, más que nada me viene de familia y no por ningún talento en especial...
Siguió caminando hasta encontrarse con la espada que Juro también había quedado prendado solo de verla. Y es que no la extrañaba que ocupase el centro de la estancia, era demasiado preciosa como para pasar desapercibido sin dedicarle si quiera una mirada.
— ¿Qué ha pasado en la actualidad? Esta arma es increíble. Y las otras. Es como si las armas hubiesen perdido su toque de elegancia. Ahora todo es mucho más mecánico y aburrido. Vale, las armas son solo armas para matar. Pero aun así... ¿Por qué ha pasado esto?
Eri sopesó sus palabras. El joven tenía razón. ¿Desde cuando habían dejado de hacer arte para pasar a hacer armas normales?
—Quizás antes le dedicaban más amor y mimo, eran obras de arte que exhibían en la guerra, ¿no? —alegó Eri, pensativa—. Quiero decir, a parte de para herir al oponente, la utilizaban como algo digno de lo que sentir celos, algo como... Mira, mi arma es más bonita que la tuya, ¿me sigues?
Luego se cruzó de brazos, sin quitar la vista de la espada.
—Ahora son... Normales, cuando tu ves una kodachi, no ves una espada, ves un arma que sirve para combatir a tus enemigos, no algo para lucirlo... Es como si solo sean vulgares armas que solo sirvan para lo que son creadas... Cuando antes eran utilizadas y creadas como algo más que simple objetos para asesinar.