14/10/2017, 13:44
El trio de genins llegó a la torre más dividido que nunca, y mira que eso estaba díficil. Karamaru les culpaba por dormir como perezosos, Keisuke se había discutido con él y Mogura sencillamente los ignoraba.
Cuando llegasen a la base de la torre verían a una mujer pelirroja apoyada en una de las patas de la misma, tenía el pelo mayormente recogido en un moño aunque algunos mechones la caian libres por ambos lados de la cara. Llevaba el famoso chaleco que confirmaba su posición en la jerarquia ninja así como su bandana atada en la frente.
Bajo el chaleco llevaba una camiseta de tirantes blanca que parecía estar rota a proposito para enseñar el ombligo. Las piernas las tenía totalmente cubiertas por unas finas medias negras y la única prenda que llevaba por encima era un pantalon negro ceñido que le tapaba lo justo. De calzado, unas sandalias shinobi, por supuesto.
Su rostro estaba ligeramente enrojecido como cuando se tiene fiebre, pero sus ojos estaban perfectamente lucidos. En cuanto los vio aparecer agarró con una mano una Uchigatana que estaba apoyada en la cara perpendicular de la pata en la que ella estaba apoyada y les apuntó con ella.
— Teneis cinco segundos para enseñarme el pergamino.
Keisuke tenía razón, sí que hacía calor, y parecía ir en aumento. Tal vez fueran sus hormonas al ver a una joven tan poco vestida o tal vez fuera otra cosa.
Cuando llegasen a la base de la torre verían a una mujer pelirroja apoyada en una de las patas de la misma, tenía el pelo mayormente recogido en un moño aunque algunos mechones la caian libres por ambos lados de la cara. Llevaba el famoso chaleco que confirmaba su posición en la jerarquia ninja así como su bandana atada en la frente.
Bajo el chaleco llevaba una camiseta de tirantes blanca que parecía estar rota a proposito para enseñar el ombligo. Las piernas las tenía totalmente cubiertas por unas finas medias negras y la única prenda que llevaba por encima era un pantalon negro ceñido que le tapaba lo justo. De calzado, unas sandalias shinobi, por supuesto.
Su rostro estaba ligeramente enrojecido como cuando se tiene fiebre, pero sus ojos estaban perfectamente lucidos. En cuanto los vio aparecer agarró con una mano una Uchigatana que estaba apoyada en la cara perpendicular de la pata en la que ella estaba apoyada y les apuntó con ella.
— Teneis cinco segundos para enseñarme el pergamino.
Keisuke tenía razón, sí que hacía calor, y parecía ir en aumento. Tal vez fueran sus hormonas al ver a una joven tan poco vestida o tal vez fuera otra cosa.