14/10/2017, 18:45
Como cada jueves, decidí salir a pasear por las calles de la ciudad. Tenía que ser los jueves, claro, el ambiente de la ciudad era distinto, como más tranquilo. No puedo afirmar que fuera real, solo era una sensación extraña. Yo era un pájaro de costumbres, a veces un poco maniático con las cosas que hacía y cuándo las hacía.
No es que saliera a la calle para tomar el aire ni nada de eso. Ni tampoco la elección de mi día para salir tenía que ver para nada en absoluto con que era el único día de la semana sin capítulo de los AmeRanger.
Olvidando eso, los jueves también era el día con menos gente por la calle. Tal y como yo andaba, era lo ideal. Siempre tenía un libro en una mano, y mi paraguas de los AmeRanger en la otra. Caminaba mientras leía y para no chocar con nadie ni con nada llevaba a uno de mis cuervos sobre el hombro, que me avisaba de las cosas.
Claro, si era Yoru y no le habías dejado ver su telenovela hasta el final, corrías el riesgo de que te dejara estamparte contra otra persona o peor aún, contra una farola. Normalmente evitaba elegir a ese maldito cuervo para este tipo de tareas. Era el más irresponsable de todos, aunque mayoritariamente hacia su trabajo. Sobre todo porque si no lo hacía, nadie le invocaba a la hora de la telenovela. Y hasta donde yo sabía, en el bosque de los cuervos no había televisores.
Aquel jueves parecía uno de muchos. No había capítulo de los AmeRanger. Las calles de la ciudad estaban más tranquilas y más vacías. Parecía un jueves perfecto, pero entonces escuche algo. Algo que me llamo la atención. Un cuervo.
Normalmente era capaz de abstraerme en la lectura y obviar todos los ruidos que me rodeaban. A excepción de uno, la voz de los cuervos. Era algo evidente, claro, si tenían que avisarme de algo, tenía que estar pendiente de ellos.
Al levantar la cabeza de mi libro, vi una de las escenas más extras de toda mi vida. Y mira que viviendo entre cuervos había visto cosas muy extrañas. Apoyado en el borde de una papelera había un cuervo negro como la noche, como casi todos los cuervos, vaya. Frente a él, apoyado en un banco del parque, había un tío que le gritaba blasfemias al cuervo. Y, aunque este último no lo supiera, el cuervo también le gritaba blasfemias a él.
Me acerqué. Lo hice porque, aunque no tenía nada que ver conmigo, yo era de los pocos en la ciudad que podía mediar en aquel conflicto.
—Creo que deberías calmarte —Le dije primero al chico, luego le grazne lo mismo cuervo.
Mi aspecto, con un cuervo sobre mi hombro derecho, me daba cierta autoridad como mediador Persona-cuervo ¿O no?
No es que saliera a la calle para tomar el aire ni nada de eso. Ni tampoco la elección de mi día para salir tenía que ver para nada en absoluto con que era el único día de la semana sin capítulo de los AmeRanger.
Olvidando eso, los jueves también era el día con menos gente por la calle. Tal y como yo andaba, era lo ideal. Siempre tenía un libro en una mano, y mi paraguas de los AmeRanger en la otra. Caminaba mientras leía y para no chocar con nadie ni con nada llevaba a uno de mis cuervos sobre el hombro, que me avisaba de las cosas.
Claro, si era Yoru y no le habías dejado ver su telenovela hasta el final, corrías el riesgo de que te dejara estamparte contra otra persona o peor aún, contra una farola. Normalmente evitaba elegir a ese maldito cuervo para este tipo de tareas. Era el más irresponsable de todos, aunque mayoritariamente hacia su trabajo. Sobre todo porque si no lo hacía, nadie le invocaba a la hora de la telenovela. Y hasta donde yo sabía, en el bosque de los cuervos no había televisores.
Aquel jueves parecía uno de muchos. No había capítulo de los AmeRanger. Las calles de la ciudad estaban más tranquilas y más vacías. Parecía un jueves perfecto, pero entonces escuche algo. Algo que me llamo la atención. Un cuervo.
Normalmente era capaz de abstraerme en la lectura y obviar todos los ruidos que me rodeaban. A excepción de uno, la voz de los cuervos. Era algo evidente, claro, si tenían que avisarme de algo, tenía que estar pendiente de ellos.
Al levantar la cabeza de mi libro, vi una de las escenas más extras de toda mi vida. Y mira que viviendo entre cuervos había visto cosas muy extrañas. Apoyado en el borde de una papelera había un cuervo negro como la noche, como casi todos los cuervos, vaya. Frente a él, apoyado en un banco del parque, había un tío que le gritaba blasfemias al cuervo. Y, aunque este último no lo supiera, el cuervo también le gritaba blasfemias a él.
Me acerqué. Lo hice porque, aunque no tenía nada que ver conmigo, yo era de los pocos en la ciudad que podía mediar en aquel conflicto.
—Creo que deberías calmarte —Le dije primero al chico, luego le grazne lo mismo cuervo.
Mi aspecto, con un cuervo sobre mi hombro derecho, me daba cierta autoridad como mediador Persona-cuervo ¿O no?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)