18/10/2017, 10:04
El chico pareció entender —por fin— «No, Eri, para», así que no se deshizo del agarre y dejó que la kunoichi terminase por llevarle tanto a él como a Stuffy a un lugar donde sirvieran platos con chocolate caliente, no sin antes añadir:
— No te preocupes tú, Eri-chan. Poder estar contigo de nuevo es suficiente para mi, y estar en la villa, y ver que estas como siempre, sana y salva. Me alegro de haberte encontrado al volver.
Ante aquellas palabras la chica no pudo evitar sonrojarse, ¿de verdad había estado preocupado por ella? ¿Habría pensado en ella cuando estuvo fuera tanto tiempo? Negó ligeramente con la cabeza intentando disipar aquellos pensamientos, dudaba mucho que se diera el caso ya que, viviendo en la intemperie tanto tiempo lo único que deberías tener en cuenta es tu supervivencia.
—Anda, anda, ahora ya sabes, a adelantar trabajo perdido —alegó restándole importancia al asunto —. La próxima vez si quieres hacemos alguna misión juntos, será divertido.
Fue lo último que pudo decir pues pronto llegaron al lugar en cuestión. Era una pequeña heladería, de no más de cuatro mesas pequeñas y una gran barra con taburetes desperdigados al lado de la misma. La fachada estaba pintada en un tono azul claro y las letras, en grande, no se podían distinguir bien por la falta de iluminación, pero si venías por la mañana podrías leer Heladería Aisu, seguramente porque la dueña se llamaba así.
Cuando pasaron aún había algunas mesas ocupadas y la barra con dos o tres personas. Eri señaló una mesa vacía e invitó a Nabi a sentarse mientras ella tomaba el asiento de enfrente.
—¿Qué te gustaría tomar? Sé que me has dicho algún gofre, o una crep, lo que quiero saber es exactamente qué te gustaría más de ambas cosas.
— No te preocupes tú, Eri-chan. Poder estar contigo de nuevo es suficiente para mi, y estar en la villa, y ver que estas como siempre, sana y salva. Me alegro de haberte encontrado al volver.
Ante aquellas palabras la chica no pudo evitar sonrojarse, ¿de verdad había estado preocupado por ella? ¿Habría pensado en ella cuando estuvo fuera tanto tiempo? Negó ligeramente con la cabeza intentando disipar aquellos pensamientos, dudaba mucho que se diera el caso ya que, viviendo en la intemperie tanto tiempo lo único que deberías tener en cuenta es tu supervivencia.
—Anda, anda, ahora ya sabes, a adelantar trabajo perdido —alegó restándole importancia al asunto —. La próxima vez si quieres hacemos alguna misión juntos, será divertido.
Fue lo último que pudo decir pues pronto llegaron al lugar en cuestión. Era una pequeña heladería, de no más de cuatro mesas pequeñas y una gran barra con taburetes desperdigados al lado de la misma. La fachada estaba pintada en un tono azul claro y las letras, en grande, no se podían distinguir bien por la falta de iluminación, pero si venías por la mañana podrías leer Heladería Aisu, seguramente porque la dueña se llamaba así.
Cuando pasaron aún había algunas mesas ocupadas y la barra con dos o tres personas. Eri señaló una mesa vacía e invitó a Nabi a sentarse mientras ella tomaba el asiento de enfrente.
—¿Qué te gustaría tomar? Sé que me has dicho algún gofre, o una crep, lo que quiero saber es exactamente qué te gustaría más de ambas cosas.