18/10/2017, 17:57
Avanzaba con cautela, aunque no tardarían en llegar los tembleques. Sentía que cada vez hacía más y más frío. La piel se contraía y debajo de esa fina capa, los músculos hacían lo propio, los huesos parecían transformarse en un débil cristal que se rompería en mil pedazos en caso de caer, los labios se secaban y los ojos lloriqueaban por las gélidas temperaturas, tampoco mucho pero si lo suficiente para hacer una leve capa de lágrima en los orbes dorados que yacían en mis cuencas. La punta de la nariz también estaba helada, adquiriendo un color rosado.
A decir verdad, bastante tenía con concentrarme para mantenerme de pie y no irme de bruces al suelo helado.
—Ha... ¿Hay alguien ahí? ¡Ayuda! ¡No puedo salir de aquí!
— ¿Ayame..?
Su voz, aunque potente, resonaba miedo a la par que solicitaba auxilio. Se había metido en problemas y aquello iba a convertirse en su ataúd si nadie le echaba una mano.
— ¿Cómo has dicho? ¿La conoces?
El animal se giró y me observó sin dar demasiado crédito a lo que acababa de pasar.
— Eso me temo. Es una kunoichi de la lluvia. ¿Recuerdas el torneo del que te hablé? Este chica fue la que me eliminó en semifinales, no la subestimes
Puso una de sus patas encima de la cabeza, como si de pronto le hubiese dado por pensar.
Yo volví a animarme a caminar, en parte para soportar mejor el frío hasta que guiado por el grito anterior de la morena, localicé un agujero en el hielo que cubría el suelo.
— Hostias, no me jodas... — exclamé acercándome con cautela, aunque mi pie resbaló y me llevé un buen golpe en el trasero — Creo que está aquí, Kumopansa
— Ah... así que se ha llevado una señora hostia — el animal no pudo evitar reírse.
— ¿¡Ayame, estás ahí!? —
A decir verdad, bastante tenía con concentrarme para mantenerme de pie y no irme de bruces al suelo helado.
—Ha... ¿Hay alguien ahí? ¡Ayuda! ¡No puedo salir de aquí!
— ¿Ayame..?
Su voz, aunque potente, resonaba miedo a la par que solicitaba auxilio. Se había metido en problemas y aquello iba a convertirse en su ataúd si nadie le echaba una mano.
— ¿Cómo has dicho? ¿La conoces?
El animal se giró y me observó sin dar demasiado crédito a lo que acababa de pasar.
— Eso me temo. Es una kunoichi de la lluvia. ¿Recuerdas el torneo del que te hablé? Este chica fue la que me eliminó en semifinales, no la subestimes
Puso una de sus patas encima de la cabeza, como si de pronto le hubiese dado por pensar.
Yo volví a animarme a caminar, en parte para soportar mejor el frío hasta que guiado por el grito anterior de la morena, localicé un agujero en el hielo que cubría el suelo.
— Hostias, no me jodas... — exclamé acercándome con cautela, aunque mi pie resbaló y me llevé un buen golpe en el trasero — Creo que está aquí, Kumopansa
— Ah... así que se ha llevado una señora hostia — el animal no pudo evitar reírse.
— ¿¡Ayame, estás ahí!? —
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa