20/10/2017, 05:12
Por alguna razón que desconocía, la kunoichi no se tomó nada a bien su comentario sobre Blame. Lo demostró no solo con palabras, maldiciendo, sino también actos, estampando un puñetazo contra la puerta de la taberna.
El Uchiha enseñó automáticamente la palma de su mano a todos aquellos que les miraban extrañados desde el interior, a modo de disculpa, mientras esbozaba una breve sonrisa de circunstancias. Ciertamente, Aiko estaba distinta. Jamás la había visto enfadándose de tal modo.
Fue entonces cuando le dejó entrever un atisbo del porqué de su reacción: había sufrido pesadillas con él, pero había esperado que solo fuesen eso, sueños.
—¿Por eso quería ir a las pirámides? ¿Para encontrarlo?
Datsue negó con la cabeza. No, ella quería ir allí simplemente por ganas de aventura, mientras que él… Recordó cómo la había mentido, diciéndole que había estado investigando aquel sitio durante toda su vida. Solo para poder ir junto a ella y… descubrir el secreto de su inmortalidad. Un enigma que, según recordaba, se hallaba en su pierna derecha, justo por encima del tobillo. Recordaba exactamente las palabras que se había dicho mentalmente por aquel entonces: si no eres capaz de propiciar una oportunidad para descubrir lo que se esconde tras esa bota en un viaje tan largo… es que entonces lo tuyo no era ser ninja. Ni ninja, ni buhonero, ni ladronzuelo, ni ningún otro honorable oficio parecido.
—No, en realidad querías ir simplemente por ganas de aventura. Ese tal Blame… creo que lo último que querías era ir en su búsqueda —le reveló—. Pero mejor te lo explico ya sentados —insistió, tomando la delantera para sentarse en alguna esquina de la taberna, lo más alejado posible del resto.
»Ese tal Blame… —continuó, una vez sentados—. Me hablaste de él como si fuese el mismísimo demonio. Me contaste que tu padre le había vendido su alma a cambio de tu inmortalidad. Al parecer estabas muy enferma… Se sacrificó para salvarte. Me contaste que ahora Blame vivía en el País del Hierro —recordó, pues se había mostrado interesado por él. ¿Cómo no estarlo, si era capaz de conceder el don de la inmortalidad a quien desease?—, pero que sería un suicidio ir en su búsqueda.
»Oye, ¿nunca pensaste en apuntar todas estas cosas en un diario? Y llevarlo colgado del cuello o sellado en alguna parte de tu cuerpo… —A Datsue le parecía de lo más lógico, viendo cómo podía perder la memoria con tanta facilidad. O quizá no tanta. Ciertamente, nunca había llegado a saber qué tenía que pasar para perderla.
El Uchiha enseñó automáticamente la palma de su mano a todos aquellos que les miraban extrañados desde el interior, a modo de disculpa, mientras esbozaba una breve sonrisa de circunstancias. Ciertamente, Aiko estaba distinta. Jamás la había visto enfadándose de tal modo.
Fue entonces cuando le dejó entrever un atisbo del porqué de su reacción: había sufrido pesadillas con él, pero había esperado que solo fuesen eso, sueños.
—¿Por eso quería ir a las pirámides? ¿Para encontrarlo?
Datsue negó con la cabeza. No, ella quería ir allí simplemente por ganas de aventura, mientras que él… Recordó cómo la había mentido, diciéndole que había estado investigando aquel sitio durante toda su vida. Solo para poder ir junto a ella y… descubrir el secreto de su inmortalidad. Un enigma que, según recordaba, se hallaba en su pierna derecha, justo por encima del tobillo. Recordaba exactamente las palabras que se había dicho mentalmente por aquel entonces: si no eres capaz de propiciar una oportunidad para descubrir lo que se esconde tras esa bota en un viaje tan largo… es que entonces lo tuyo no era ser ninja. Ni ninja, ni buhonero, ni ladronzuelo, ni ningún otro honorable oficio parecido.
—No, en realidad querías ir simplemente por ganas de aventura. Ese tal Blame… creo que lo último que querías era ir en su búsqueda —le reveló—. Pero mejor te lo explico ya sentados —insistió, tomando la delantera para sentarse en alguna esquina de la taberna, lo más alejado posible del resto.
»Ese tal Blame… —continuó, una vez sentados—. Me hablaste de él como si fuese el mismísimo demonio. Me contaste que tu padre le había vendido su alma a cambio de tu inmortalidad. Al parecer estabas muy enferma… Se sacrificó para salvarte. Me contaste que ahora Blame vivía en el País del Hierro —recordó, pues se había mostrado interesado por él. ¿Cómo no estarlo, si era capaz de conceder el don de la inmortalidad a quien desease?—, pero que sería un suicidio ir en su búsqueda.
»Oye, ¿nunca pensaste en apuntar todas estas cosas en un diario? Y llevarlo colgado del cuello o sellado en alguna parte de tu cuerpo… —A Datsue le parecía de lo más lógico, viendo cómo podía perder la memoria con tanta facilidad. O quizá no tanta. Ciertamente, nunca había llegado a saber qué tenía que pasar para perderla.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado