21/10/2017, 22:16
La chica, un tanto fuera de si, había dado una entrada de lo mas llamativa. Ninguna de las miradas del interior escaparon a tal encanto, a tan altruista escena. Datsue por su parte intentó calmar el asunto, elevando la mano a modo de disculpa. Sin demora, informó que ese no era su cometido en las pirámides, que quería verlas solo por afán aventurero. Según decía el chico, ver a Blame era posiblemente lo que menos quería, e hizo hincapié en que soltaría mas información en cuanto estuviesen sentados.
Sin prisa pero sin pausa, ambos se adentraron en la tasca, rumbo a una de las mesas mas apartadas del habitáculo. El chico fue el primero en sentarse, seguido por la pelirroja. Las miradas no cesaban, aunque tampoco era de extrañar tras esa entrada. La kunoichi tomó de nuevo aire, como si fuese la primera vez en su vida que lo hacía. Para ese entonces, Datsue cumplió con su palabra, y comenzó a hablar sobre lo poco que al parecer sabía. La pelirroja lo había definido como un demonio en anteriores ocasiones, y no era para menos. El simple hecho de pensar en el hacía que hasta el vello se le erizase. Datsue sabía incluso que éste había sido quien le otorgó la inmortalidad, con un pago que para nada había sido barato. Incluso informó que se escondía en país del hierro, pero que según le dijo, sería un suicidio ir en su búsqueda.
Para bien o para mal, las palabras del chico no parecían inventadas.
«Así que se esconde en el país del hierro... ¿No debería haber muerto hacía años? ¿acaso es inmortal también?»
La chica no soltó palabra por el momento, pero no parecía ausente. Estaba digiriendo todas y cada una de las palabras del Uchiha. Ésta información era algo que no podía dejar pasar en vano. Sin temor por la represalia, el chico preguntó porqué no hacía algo en pos de cubrir su memoria, algo como un diario, así como sugirió que podía sellarlo o incluso colgárselo del cuello.
—Supongo que no es la primera vez que se me ocurre o me sugieren esa idea, a lo mejor hasta tengo cien diarios... Pero, el lapso temporal de amnesia me hace olvidar que tengo un diario. Hay veces que no recuerdo ni la de cosas que puedo hacer con el origami, mucho menos en otras ramas del ninjutsu... aunque consiguiese sellarlo, pensaría que es otro tatuaje o a saber. Y colgarse un libro del cuello tampoco creo que sea la mejor de las ideas.
Lo dijo bastante seca, pues como bien decía, era un camino que seguro había pisado en mas de una ocasión, pero era un camino que no tenía buen cauce. —Gracias de todos modos por el consejo.
Y curiosamente, en todo este rato nadie había acudido a atender esa mesa.
Sin prisa pero sin pausa, ambos se adentraron en la tasca, rumbo a una de las mesas mas apartadas del habitáculo. El chico fue el primero en sentarse, seguido por la pelirroja. Las miradas no cesaban, aunque tampoco era de extrañar tras esa entrada. La kunoichi tomó de nuevo aire, como si fuese la primera vez en su vida que lo hacía. Para ese entonces, Datsue cumplió con su palabra, y comenzó a hablar sobre lo poco que al parecer sabía. La pelirroja lo había definido como un demonio en anteriores ocasiones, y no era para menos. El simple hecho de pensar en el hacía que hasta el vello se le erizase. Datsue sabía incluso que éste había sido quien le otorgó la inmortalidad, con un pago que para nada había sido barato. Incluso informó que se escondía en país del hierro, pero que según le dijo, sería un suicidio ir en su búsqueda.
Para bien o para mal, las palabras del chico no parecían inventadas.
«Así que se esconde en el país del hierro... ¿No debería haber muerto hacía años? ¿acaso es inmortal también?»
La chica no soltó palabra por el momento, pero no parecía ausente. Estaba digiriendo todas y cada una de las palabras del Uchiha. Ésta información era algo que no podía dejar pasar en vano. Sin temor por la represalia, el chico preguntó porqué no hacía algo en pos de cubrir su memoria, algo como un diario, así como sugirió que podía sellarlo o incluso colgárselo del cuello.
—Supongo que no es la primera vez que se me ocurre o me sugieren esa idea, a lo mejor hasta tengo cien diarios... Pero, el lapso temporal de amnesia me hace olvidar que tengo un diario. Hay veces que no recuerdo ni la de cosas que puedo hacer con el origami, mucho menos en otras ramas del ninjutsu... aunque consiguiese sellarlo, pensaría que es otro tatuaje o a saber. Y colgarse un libro del cuello tampoco creo que sea la mejor de las ideas.
Lo dijo bastante seca, pues como bien decía, era un camino que seguro había pisado en mas de una ocasión, pero era un camino que no tenía buen cauce. —Gracias de todos modos por el consejo.
Y curiosamente, en todo este rato nadie había acudido a atender esa mesa.